No juzgues para no ser juzgado...

Por: Araceli Canaán de Guevara

Todos somos diferentes, aún desde nuestra concepción, muchas son las circunstancias que rodean nuestra vida, algunos tenemos la fortuna de nacer en hogares donde unos padres esperan nuestra llegada con ansia y con anhelo, algunos luchan por años para lograr ser padres, muchos  no somos ni esperados pero tampoco rechazados,  algunos otros tenemos la suerte de que alguien olvidó tomar un anticonceptivo e irrumpimos a su vida sin que fuésemos esperados, los menos son producto de abusos y violaciones, y en fin muchas son las circunstancias que nos hacen llegar a este maravilloso mundo llamado tierra.

Cuando un bebé irrumpe a la vida viene con algunas condiciones heredadas genéticamente, pero sus códigos de conducta, emocionales, espirituales, morales, sociales, etc., los va determinando el entorno que lo rodea, prácticamente su memoria viene virgen y es expandible según la educación y los ejemplos que va recibiendo a través de sus vivencias. 

Después nos enfrentamos a situaciones  en  nuestra infancia que afortunada o des  afortunadamente tienen influencia en nuestro futuro, como todos provenimos de padres diferentes que enfrentan variadas problemáticas, empiezan a  además de nuestra  herencia genética,  actitudes que van formando o deformando nuestro carácter, algunos padres son excesivos en elevar los logros de sus hijos, haciéndoles sentir que son lo máximo y que nadie puede alcanzarles, el lado contrario son personas tan subvaluadas, menospreciadas en sus alcances, limitadas en el reconocimiento paterno, que al crecer sufren un desequilibrio y empiezan a actuar prepotentemente queriendo los primeros mostrar siempre su superioridad.

Realmente no existe una escuela para padres que garantice al 100% la efectividad de sus enseñanzas, muchos luchamos con los fantasmas de la infancia, presentes a cada instante en nuestra vida, habemos quienes nos esforzamos y trabajamos decididamente en cambiar nuestro modo de vida y mejorar la calidad de padres que somos, pero habemos quienes nos justificamos en una infancia difícil y no luchamos por cambiar, pero siempre se reconocerá a aquéllos que decididamente hacen lo mejor con lo que tienen.


Existe una máxima :”No juzguéis, para que no seas juzgados”, y todos deberíamos aplicarla en nuestra vida, porque definitivamente muchas veces nuestros juicios pueden ser precipitados y equivocados, no podemos realmente saber que pasa por el corazón y la mente de las personas que nos rodean, solo juzgamos lo que vemos pero como dicen las abuelitas, el fondo de la olla solo lo conoce la cuchara, de allí que cuando tengamos la intención de ver los defectos de los demás, primero pensemos que no somos perfectos, en seguida pensemos que tal vez esa persona que está actuando de tal o cual manera, solo está siguiendo aquello que le legaron sus progenitores, si somos capaces de ayudar a alguien a recuperar su autoestima, hagámoslo, si no mejor es que mantengamos nuestra boca cerrada, porque muchas veces pecamos más nosotros al juzgar que los “pecadores” en su actuar.

Nadie sabe si  alguna persona actúa de determinada manera por maldad, o esa actuación es el resultado de algún abuso sufrido en su infancia, muchas veces el maltrato psicológico tiene un efecto devastador en la autoestima de las personas, recriminar a los pequeños el hecho de que llegaran a estropear los planes de superación que teníamos, causa un dolor lacerante en su persona, en su mente y en su corazón, son muchas las maneras de menoscabar el valor de las personas, pero casi siempre los resultados de ello son nefastos, y vemos infinidad de historias de gente que ha sufrido las consecuencias de esa manera de actuar o de vivir de aquellos que no saben en quién desquitar sus frustraciones, no podemos ir por la vida juzgando o justificando, pero si es importante en muchas ocasiones ponernos en los zapatos de otras personas y saber lo que está viviendo, al hacerlo entenderemos mejor y tal vez ayudemos más con nuestro silencio que con abrir nuestra boca en deterioro de una moral desquebrajada.

Es tan fácil mover los 9 músculos que tiene nuestra lengua para ocuparnos de la vida de los demás, y muchas veces la utilizamos más en desgastar una vida que de por sí ya está deslucida y sin color que para alentar y tratar de ayudar a reconstruir aquello que quienes debieron hacerlo no lo hicieron, antes de emitir un comentario, piensa si ayudará o dañará, piensa que es lo que ha llevado a esa persona al estado en que se encuentra, para nada estoy justificando el que se cometan fechorías, sólo estoy invitando a reflexionar un poco en como actuamos ante los demás aun cuando ignoramos que los llevo al lugar en donde se encuentran.

Tampoco quiero hacer sentir que soy dominante de la materia de psicología, pero yo creo que de psicólogos y locos todos tenemos un poco, lo que sí sé es que el amor responde al amor, el perdón al perdón y así sucesivamente se van amalgamando las buenas virtudes para salvaguardar nuestra vida en una posición más óptima.
Sé que las personas buenas son rescatables, pero también sé que hay muchos que se han despojado de esa divinidad e inocencia con la que todos venimos dotados.

Mi reflexión en este día, no golpees a quien esta caído, no juzgues a quien en realidad no conoces, no te sientas ni mejor ni peor que otros tienes un gran valor, permite que los demás lo reconozcan, porque si tú lo haces puedes caer en egocentrismo. 
Pero sobre todo disfruta la vida, porque estar vivo es maravilloso. Tengan una excelente semana. Y sonrían sonrían es el mejor maquillaje para el rostro.





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