Por: Araceli Canaan De Guevara
Qué hacer en un mundo tan complejo, donde
la vida es tan corta y la maldad tan grande.
En ésta época casi es común despertarnos o
acostarnos con noticias desagradables, secuestros, robos, asesinatos, amenazas
a la integridad física, desapariciones forzadas, extorsiones, etc., etc., y demasiados
etcéteras diría yo.
Es casi imposible no haber recibido
personalmente o de manera muy cercana alguno de estos ataques, que casi siempre
tienen la cualidad de desestabilizar la tranquilidad de nuestro hogar y de
nuestra familia.
Muchas ocasiones
después de un evento de estos ya nada vuelve a ser igual en la vida.
Es necesario ponernos a pensar que hemos
estado haciendo mal como Familia y como Sociedad que nos ha dado estos
resultados tan lamentables, mi razonamiento personal es que estamos dando
demasiadas cosas materiales y menos
valores a nuestros pequeños.
Hay
enfermedades físicas que se consideran el mal del siglo, pero las
más dañinas son las espirituales que yo
llamaría el mal de la vida y su más marcado síntoma es el orgullo, desde el
principio de la historia ha existido el llamado bullying, siempre la dualidad
humana ha hecho que algunos individuos nos sintamos superiores a otros, que los
veamos como seres de menor valía, pero nunca como en esta época la marca de la
ropa o de los zapatos, celulares, gafas, mochilas, etc., etc., determinan
cuanto valemos.
Y muchos padres en nuestro deseo de
complacer a nuestros hijos y en nuestro afán de que sean bien vistos en la
Sociedad vemos como le hacemos o aprovechamos la facilidad que muchos Comercios
ofrecen con la tarjeta departamental y les compramos lo mejor de lo mejor, y
casi nunca saben ellos del sacrificio que los padres hacemos para que ellos
anden a la moda, y después se vuelven unos exigentes y no aceptan que les
compremos algo de menor calidad (así piensan ellos porque hay productos que no son marcas conocidas pero son de excelente
material). Y así va transcurriendo la vida.
Muchas veces al
enfrentarse a una vida de retos, los jóvenes como desafortunadamente no los
hemos enseñado a ganarse las cosas o a sufrir un poco, o a trabajar por ellas
están acostumbrados a que todo lo obtienen de un tercero (sus padres), entonces
viene un conflicto en su vida, sus relaciones muchas ocasiones no son
duraderas, al casarse y adquirir un responsabilidad no saben cómo resolver
problemas, lo más común y fácil es dejar abandonada a la familia, porque no
quieren compromisos que se sienten incapaces de resolver, regresan a casa de
papá y lo peor es que quieren seguir siendo tratados como hijos de familia.
Es de pensar,
meditar y reflexionar qué estamos haciendo con nuestras generaciones no del
futuro sino del hoy, es necesario regresar a la fórmula anterior, donde los
hijos teníamos responsabilidades, donde nos
ganábamos los permisos para salir a
jugar, donde no había una computadora o una televisión o un móvil que nos
absorbían el tiempo (los medios nunca son malos lo que es malo es el uso
excesivo que hacemos de ellos), regresemos a la fórmula del amor, de la
dedicación, del entretenimiento entre padres e hijos, del salir juntos, de tener comunicación, de
hacerles sentir lo importante que son como individuos, es necesario darle más ejemplos a nuestros hijos,
exponerlos a los problemas a los que nos enfrentamos, a darse cuenta que muchas
veces vivimos endrogados con tal de que ellos gocen de un status que no tienen
en realidad.
Por lo anterior
muchas veces acostumbrados a tener todo sin el mayor esfuerzo, lo que hacen
cuando no lo pueden obtener ya de sus padres, es juntarse en grupos delictivos,
organizarse para cometer atropellos en perjuicio de familias inocentes, es
obtener de otras personas lo que no somos capaces de obtener con nuestro propio
esfuerzo, es deshumanizarse y convertirse en verdaderas hienas, seres
insensibles que lo único que buscan es obtener dinero fácil para seguir
disfrutando de la vida a costillas de otras personas. Se despojan de todo
sentimiento divino.
Duele ver como
un ser que nació inocente, que vino lleno de cosas buenas, ha ido
transformándose en un verdadero monstruo, es tiempo de poder darles cosas que
nutran su cuerpo pero también cosas que nutran su intelecto y su espíritu, así
como los inmunizamos contra las enfermedades propias de la niñez, es necesario
inmunizarlos contra los males actuales del mundo. Nunca nos arrepentiremos de haber invertido
tiempo y amor en ellos. Porque aunque se vean enfrentados a tentaciones y
situaciones, ellos tendrán la fortaleza suficiente para salir triunfantes de
los embates de la maldad.
Padres
reflexiones un poco en todo lo que estamos haciendo bien y continuemos así,
pero también en todos los errores que estamos cometiendo y no olvidemos que la vida nos lo cobrará con
réditos muy altos.
Mi
consideración, respeto, cariño y solidaridad, para todas las familias que hemos
sido víctimas de la delincuencia, podemos perderlo todo, pero lo único que no
podemos perder es la fe en Dios, no
podemos darnos el lujo de perder esa
esencia que nos permite levantarnos esperanzados cada día sintiendo que a pesar
de todo “LA VIDA ES BELLA”.