Por: Araceli Canaan Ramirez
Estar cerca de los niños, enseña motiva y refresca el
espíritu.
Una pequeña caminaba al lado de su abuelo en el parque, ella
le pidió que se recostaran en el parque, observaron los arboles, los pájaros, las
flores, empezaron a buscar figuras en las nubes, encontraron un borrego que la
niña llamo algodoncito, jirafas, elefantes, tambores, etc., tendidos en el
pasto quedaron en silencio largo rato hasta que la niña con una expresión de
jubilo le grito a su abuelo: "DIOS ES HOMBRE", yo lo se ¿verdad abuelo?,
el abuelo perplejo le pregunto a la niña como había hecho ese descubrimiento a
lo q la pequeña agrego: No ves el cielo abuelo es azul, si no lo hubiera hecho
rosa, el abuelo asintió con la cabeza y dio un beso en su frente.
Que de lecciones de amor y perdón nos dan esos maravilloso
seres, no de en balde Jesucristo nos pidió volvernos como ellos si queríamos
heredar el Reino Celestial. A un pequeño
le puedes llamar la atención, hasta darle algún pequeño golpe, y no te considera
su enemigo, por el contrario, corre a tus brazos te abraza y te pide perdón.
Estar cerca de ellos refresca nuestro espíritu, le da nuevas fuerzas y esperanzas.
Caminando al lado de su pequeña nieta de 4 años, la abuela
trataba de corregir su forma de caminar y le mostraba según ella la forma correcta
de hacerlo a lo que la pequeña le dijo, Abuela no todos somos iguales, Jesucristo
nos hizo diferentes, mi abuelo es alto y tu chiquita, el tiene cabello rubio y
tu negro, ves ves como no podemos ser todos iguales.
Que extremadamente sabios son los niños, realmente nos dejan
boquiabiertos con sus razonamientos, no puedo menos que reconocer que son
extraordinarios y cada vez que nace un niño es como si se renovaran las
esperanzas y los buenos sentimientos en la vida.
No puedo entender como muchas personas pueden atentar contra
esos seres indefensos, como pueden siquiera algunos pensar en negarles nacer, y
que triste saber que muchos son maltratados y abusados, es intolerable pensar que habemos padres que no estamos a la altura de semejante privilegio, que no los cuidamos,
que ignoramos que aunque pequeños ellos también tienen problemas y requieren
atención, que no debemos minimizar sus necesidades, la manera en que sean
tratados determinara tal vez la manera en que vivan cuando sean adultos.
Como padres tenemos la responsabilidad de amarlos, de
cuidarlos, de brindarles protección y amor,
No veamos a los niños como una carga, veamos como lo que
son, el dulce de la vida, la luz de nuestra existencia, la inocencia a flor de piel, el candor en su
sonrisa, definitivamente los niños son los que aderezan y hacen deliciosa nuestra
existencia. Valoremoslos, amemoslos y disfrutemos de la dicha y felicidad q nos
proporciona su grata compañia.
Dios bendiga a todos los niños del mundo.