Por: Araceli Canaan
Cuando una mujer está esperando un bebé,
está llena de expectativas, de incógnitas, de inquietudes, en primera los
cambios hormonales y físicos que sufre su cuerpo, enseguida el temor a
enfrentarse a algo desconocido pero anhelado, muchos la llaman la dulce espera,
para algunas es la angustiante espera, pues siempre se desea que el arribo de
un bebé sea plácido y a veces se presentan algunas dificultades, que casi
siempre son superadas estoicamente por las mamás, también está en juego saber
de qué color compraremos la ropa, si será una nena o un varón, en fin son
muchas cosas las que acompañan un nacimiento, llega el gran día y pomposamente
nos anuncian que hemos traído al mundo a una hermosa mujercita.
Ella se vuelve el centro de nuestra vida, cuando asistimos a un lugar a comprar algo, no dejamos de salir con algún artículo para ese pedacito de ser que nos roba el corazón, nuestro mundo empieza a girar a través de ella, soñamos para ella, trabajamos por ella, nos esforzamos porque nada le falte, porque su mundo sea grato, porque no sufra ningún contratiempo, nos desvelamos confeccionando cualquier traje que le solicitan en su escuela, cuando ellas actúan no tenemos ojos más que para ella, sonreímos y hasta derramamos lágrimas de felicidad cuando las vemos ejecutar un baile, un canto, una poesía, etc., etc., en verdad llenan nuestra existencia.
Pero el tiempo pasa rápidamente y cuando
nos damos cuenta, ese pedacito de nuestro ser ha crecido, ha dejado de ser la
niña que amamos y empieza a convertirse en una hermosa jovencita, las cosas
empiezan a cambiar, ya no quieren ser nuestras compañeras de juegos, ya no les
gusta la ropa que les escogemos, la música que escuchan no va para nada con
nosotros, empiezan a tener amigos y nosotros dejamos de ser el eje de su
existencia.
En ocasiones ellas se sienten sumamente
incomprendidas, en otras ocasiones se vuelven un poco rebeldes y las entendemos porque sabemos que su cuerpo igual
está teniendo cambios, dejan de ser niñas y empiezan a ser jovencitas, con
otros sueños, con otros intereses y con otros anhelos, nuestra opinión ya no es
tomada tanto en cuenta, y entonces empezamos a sentirlas alejadas de nosotros,
y para colmo de males empiezan a aparecer los moscones (así les llamábamos en
casa), aparecen muy peinaditos y perfumados y empiezan a robarnos la atención
de nuestras princesas, pasan horas platicando y riendo con ellas, y empezamos a
sentir algo raro dentro de nosotras, como es posible que alguien más empiece a
ocupar su tiempo, su espacio, sus pensamientos y más adelante hasta sus
sentimientos.
Surge un debate dentro de nuestro Ser, por
un lado entendemos que nuestras hijas han crecido y que necesitan conocer
muchachos, pero muchas veces ellas a cualquier farsante en burro lo consideran
el Príncipe Azul, y en muchas ocasiones ante el primer amor (según ellas),
sienten que esa persona es el hombre de sus sueños. Es ahí donde empiezan otros problemas para
nosotros, como es posible que nuestras niñas sean tan ciegas, que minimicen los
defectos de sus pretendientes, algunas consideran que el tiempo los hará
cambiar de manera de ser, y surge la experiencia de nosotros como adultos,
queremos prestarles nuestros ojos, queremos hacerles saber que una decisión
equivocada puede acarrearles una vida de arrepentimiento y tristeza,
independientemente de que como madres nadie nos parece adecuado para nuestras
hijas, por favor jóvenes varones entiendan ese lado materno que nunca va a
abandonarnos, amamos a nuestras hijas, para nosotros siempre serán nuestras pequeñas
y crean que no es por maldad.
Pero
pensar que alguno de ustedes pudiera causar daño a ese ser que desde antes de
nacer fue amado y esperado por nosotros, no es algo fácil de aceptar, además de
que como suegras nos volvemos muy escrutadoras, muy desconfiadas, tememos que
les causen dolor a lo que más amamos,
lamentablemente hasta que somos padres entendemos ese lado de los
nuestros, en el momento que tomamos a un pequeño en nuestros brazos y sabemos
que es carne de nuestra carne y hueso de nuestros huesos es como entendemos la
condición de protección que nuestros propios padres tuvieron con nosotros.
Les hablo como hija, como madre y como suegra, no es fácil
aceptar que alguien se acerque a nuestros más valiosos tesoros con la intención
de privarnos de ellos, y bueno si ustedes las tratan bien, las hacen felices,
las tratan como reinas, pues no hay más que reconocer que las merecen y
entonces es cuando podemos decir con el corazón en la mano, en lugar de perder
una hija he ganado un hijo, pero por el lado opuesto, cuando algún hombre
lastima aquello que nosotros amamos, lastima nuestro propio corazón, por lo que
siempre pienso a manera muy personal, el amor de pareja tiene sus propias
expresiones, es muy diferente al amor de los padres, pero que maravilloso sería
que uniéramos nuestros sentimientos en bien de la familia, una hija nunca va a
amar a sus padres como a un esposo, y un esposo jamás amará a su esposa como
sus padres, así que entendamos cada uno nuestra posición, y tratemos de llevar
la fiesta en paz, ya que nuestros hijos han decidido hacer su vida y han
entregado el corazón y el pensamiento a una persona, procuremos regocijarnos en
su felicidad, cooperemos con actos que intensifiquen su relación y varones,
nunca lastimen a sus esposas, al hacerlo lastiman a quien les dio la vida.
Hay un dicho que reza así:” Las suegras si
son de miel empalagan y si son de piedra descalabran”, pero yo pienso que si
existe respeto podemos llevar una buena relación, pues no puede alguien que ama
a su esposa, rechazar a quien expuso su vida para que El hoy tenga una
compañera, y no puede una suegra rechazar a quien es el elegido del corazón de
su hija (a veces los diferentes caracteres nos hacen tener un poco de
resistencia pero nada que no pueda solucionarse con buenas intenciones),
Jóvenes por favor no maltraten a las jovencitas que están tratando, si lo hacen lastimarán a sus mamás y si fuera
que llegara a ser su suegra no perderá
la oportunidad de cobrarse eso.
Así que mamás de niñas pequeñas prepárense
para lo que les espera, deseo que tengan éxito en su vida familiar y que vivan
de tal manera que sus hijas anhelen tener un hogar como el propio. Amen a su
compañero de vida y vayan haciéndose a la idea de que su familia aumentará y
más vale que empiecen a querer a sus yernos si no la vida familiar será un
infiernito y de lo que se trata es de tener un pedacito de cielo.
Porqué será así… Porque es la Ley de la
Vida.
Lindo fin de semana
#LaPromesaDelViento