Todos hemos escuchado sobre el
viejito gordo que vuela en su mágico trineo jalado por renos; en esta época
muchos (en pequeña o gran proporción) nos llenamos del espíritu de la navidad,
de esas ganas de compartir y alegrarle la vida a alguien.
La tradición popularizada cuenta
que si le escribes a Santa Claus tus deseos de navidad, él en su casa del polo norte, junto con sus
ayudantes y un poco de magia logrará crear lo que tú quieras o incluso hacer
obras milagrosas. Pero ¿De dónde viene esta leyenda?
Su verdadero nombre fue Nicolás
Bari y fue un obispo que nació alrededor del año 270 (En lo que actualmente es
Turquía), desde su infancia fue conocido por ser un niño bondadoso; cuando sus
padres fallecieron por la enfermedad de la peste, Nicolás heredo una gran
fortuna la cual repartió sin dudar entre los necesitados.
Sobre su vida se cuenta que fue
un hombre intachable que siempre buscaba la manera de solucionar los problemas
de los necesitados y de apelar por la justicia; se cuenta que en una ocasión
tiró tres bolsos con monedas de oro por una chimenea para ayudar a tres
hermanas que estaban en la miseria.
Sin duda sus obras y leyendas han trascendido de manera
extraordinaria con el pasar de los años, pero ¿Está bien festejar la navidad y
dar regalos?
El espíritu de la navidad es un
espíritu de amor fraternal, de bondad pura sin esperar nada a cambio; Papá Noel
murió hace ya muchos años pero su ejemplo de servicio nos ha enseñado que la
única manera de tener gozo es sacando sonrisas a los que nos rodean.
Debemos aprender que de eso se
trata la navidad, de ser mejores cada día y llevar alegría a todas partes,
seamos el medio para que las personas crean que el mundo puede ser mejor, llevemos
la navidad en cualquier momento y donde
sea que nos encontremos.
¡FELIZ NAVIDAD! #ElHombreSinBarba