He escuchado y leído esa frase en muchas ocasiones, de mujeres de edad muy avanzada y en jóvenes que apenas si llegan a los 18 años... en un punto he tenido que sentarme a escuchar como un matrimonio o noviazgo se da por terminado debido a que “el amor no basta”.
Durante una comida familiar, varios integrantes preguntaron a una chica “¿cómo está tu novio?” Y ella respondió: “bueno, ya no es mi novio, tuvimos problemas y me di cuenta que el amor no bastaba”. No entendía muy bien esa frase hace unos 6 o 7 años, pero hoy que creo comprenderla un poco más, me siento obligada y comprometida a compartirlo.
Empecemos, por... bueno, pues por el principio; en el libro “Las ventajas de ser invisible” una de sus más destacadas frases es la siguiente <<Aceptamos el amor que creemos merecer>>, y cuánta razón hay en esta sencilla oración, porque para comenzar no podemos recibir algo que no sabemos cómo dar, somos un reflejo de nuestras sombras y mejores aspectos cuando estamos en pareja, decimos “te amo” con la liviandad de aquello como si se tratara de cualquier asunto. La verdad es que: amamos cómo podemos, porque si amáramos como se debe, otra historia sería. Amamos cómo podemos, lo que nos hace creer erróneamente que la forma en la que amamos es la única forma posible de amar, y que la persona que nos corresponde debe amarnos de la misma manera, por tanto, subjetivamente hablando, todos amamos a la perfección, porque los errores que se comenten mientras se ama son justificados por las acciones que, aunque sean incorrectas, conllevan un fin más o menos bueno (o al menos eso pensamos).
Cuando decimos que el amor no basta, no significa que amar no sirva, sino que la forma en que mi pareja ama y la manera en que yo amo, no son suficientes porque las expectativas de uno y del otro están a kilómetros de distancia.
De primera impresión parecería que el acto de amar ya viene cargado en nuestro “software” de humanos y que solamente tendremos que saber aplicarlo. Cuando en realidad, el amar es un acto aprendido, no juzgo a quienes no entienden el verdadero significado, porque al final, esas personas no fueron las que eligieron como se les enseño a amar.
Sin embargo, no podemos ir por el mundo culpando a los papás, a la sociedad, a la escuela... entre otros; sin importar quién o cómo, lo que somos ahora es mucho más importante y es nuestro deber y responsabilidad trabajar en ello, se dice que el que ama no solo ama a su pareja, sino que el amor que tiene por su compañera o compañero, es el mismo amor que comparte con sus hijos, con su familia, con sus amigos, con sus compañeros de trabajo, con sus vecinos, con quienes le rodean y con aquellos con los que mantiene un contacto, porque el amor no se puede limitar a una persona; por ejemplo, cuando un adolescente se enamora; de repente el hijo más aislado de la familia comienza a sonreír más, a ser más positivo, a ayudar a sus semejantes y a ser mejor en todos sus aspectos y facetas. Es ahí donde decimos “¡vaya que sí le pego el amor a Perengano!”. Lo sabemos porque no solo cambió su actitud, sino que su semblante y la forma en que se conduce con los demás es distinta.
Así pues, cuando utilizamos la frase “el amor no fue suficiente”, estamos mintiendo, el verdadero amor es suficiente. Siempre lo será, el amor por sí solo no genera “corazones rotos”, eso acontece cuando nuestras expectativas, nuestros celos, nuestros malos tratos y nuestro muy nulo auto conocimiento meten su cuchara y comienzan a sacar lo más recóndito de nuestras relaciones.
El amor, no es imperfecto, los imperfectos somos nosotros, que nos cuesta mucho entender que la ley de oro es “trata como te gustaría que te trataran”, “sé cómo te gustaría que los otros fueran contigo”, “si pides algo, debes estar preparado para también ofrecerlo y darlo sin más”.
No se dejen engañar, el amor no lastima, no juega con el otro, no perjudica al prójimo, no está lleno de conflicto, no genera dolor, no crea personas perfectas e ideales de la nada; el amor es aquel que permite observar una maravillosa puesta de sol con algunas nubes de por medio, aceptar que, de no ser por la lluvia, el sol por sí solo no puede regalarnos un espléndido arcoíris.
Con cariño Gaby
