LA NIÑA DE LA BASURA

Adalia era una linda niña, tuvo la suerte de que su padre sufriera un quebranto grande en el trabajo, e incapaz de superar esa situación salió por la puerta falsa dejando a su madre y dos hermanos en el más completo desamparo.
La madre empezó a trabajar y allí conoció a Roque, parecía un buen hombre, este le propuso vivir juntos y ella dejó el trabajo y se dedicó al hogar, pronto la madre se dio cuenta de su error, Roque tenía un coqueteo continuo con la bebida y eso hizo que pronto fuera despedido de su trabajo, ya sin empleo los dos se vieron en una situación económica muy precaria, vendieron la casa y poco les duro el dinero que obtuvieron por ella, se fueron a vivir a una barriada, y lo que jamás imaginaron sucedió, terminaron recogiendo basura.
Adalia, acompañada de sus hermanitos iba a la colonia cercana a recoger las bolsas y antes de llevarlas al basurero municipal le daban una revisada, pues siempre encontraban algo que les servía o que podían comerciar por un poco de dinero, Adalia le gustaba ir especialmente a una casa, la de la señora bonita, ella en variadas ocasiones le regalaba bolsas de pan, alguna comida en buen estado, en ocasiones ropa y otras le preparaba tortas para su familia.
Un día, que marcaría la vida de Adalia, llegó a recoger la basura, y encontró más bolsas de las normales, con ansia esperaba saliera la señora bonita, pero en su lugar salió una mujer muy parecida a ella, amable pero no le obsequio nada esa ocasión, la mujer pagó por la basura y comentó que aprovechando que su hermana estaba en el hospital cuidando a su mamá le había dado una buena escombrada a los closets. Adalia llegó a su casa y de manera ávida Roque, su padrastro, rompió las bolsas y empezó a buscar, esa vez encontró un verdadero tesoro. En una bolsa que contenía una caja iban una buena cantidad de joyas, cuando Adalia vio, le dijo a Roque que devolverían eso, que eran de la señora bonita que siempre le regalaba cosas, su padrastro la golpeó y al caer al suelo se dio cuenta que había tirado una cadena con un colgajo (posteriormente supo que se llamaba camafeo), lo escondió entre sus ropas e insistió en devolver las cosas a quien pertenecían, el padrastro la volvió a golpear y a empujones la sacó del cuarto, amenazándola con golpearla más fuerte si iba de chismosa, al tratar de golpearla ella salió corriendo, el padrastro dejó de seguirla a la entrada de la vecindad pero ella sentía que venía atrás de ella y no paró hasta que hubo una buena distancia de por medio.
Eso hizo de Adalia una niña de la calle, pronto encontrara otros niños en igual condición de abandono que ella y se juntaron para sobrevivir, jamás regresó a su hogar aunque eran muchas las noches en que pensaba en su madre y hermanos y rememoraba el pasado cuando eran una familia feliz y completa, su camafeo llegó a ser un tesoro para ella, lo enseñó a sus amigos y al ver la fotografía que contenía todos le preguntaban si era su abuela y ella dejaba volar su imaginación y los tenía fascinados contando una serie de historias vívidas con esa abuela imaginaria a quien había bautizado con el nombre de Lucecita, y eso era todas las noches, pero se agregó al grupo un niño de no muy buenos sentimientos que vio en la joya la oportunidad de obtener dinero fácil, y un día intentó apoderarse de ella. Todos los niños más pequeños se le fueron encima a golpes y le gritaron a Adalia que corriera para salvar el tesoro, y esta vez la niña corrió desesperada y no paró hasta estar frente a la casa de la señora bonita, tocó con desesperación, la señora abrió y se sorprendió al ver allí parada a la niña, tan flaca como siempre pero en una condición deplorable, la pasó e instintivamente la abrazó, una vez que la niña tomó aire y logró controlarse le contó todo lo que había pasado desde la última vez que había recogido la basura, la señora bonita que llevaba por nombre Adelina le preguntó que si ella no sabía que había pasado con su familia y entonces la niña se enteró de la desgracia, el padrastro vendió por una miseria las joyas y compró y consumió licor hasta perderse, la familia se había dormido y una vela cayó e incendió la humilde vivienda y sus habitantes también , había sido una noticia impactante que se publicó en el periódico,  Adelina le comentó a la niña que lloró al enterarse.  Adelina  le había tomado cariño a Adalia, una vez que comprobaron que no había quien se hiciese cargo de ella, Adelina la tomó a su cargo y la adoptó, la hizo una mujer de bien, Adalia llegó a ser una maestra modelo, y logró obtener una plaza en un barrio pobre y se esforzaba por dar esperanza a sus alumnos y cuando veía que alguno quería abusar del otro les explicaba que no era correcto abusar del más débil, había un niño que tenía una posición más o menos regular, y se burlaba de unos niños que recogían basura, la maestra se tomó un tiempo para explicar que ningún trabajo es humillante, pero robar y abusar de los más débiles si, y les comentó que aún en la basura hay tesoros, no precisamente tesoros materiales, que en cualquier nivel podemos encontrar buenos sentimientos, porque lo que hace la grandeza de las personas no es la posición social, sino aquello que forma parte de su interior, siempre tenía un pensamiento de amor hacía sus seres amados que habían partido, pero eso no impedía que disfrutara y amara la vida.
Ella tenía la esperanza que algún día en otra vida se volverían a reunir en tanto iba por la vida haciendo bien y sembrando amor.


LA GRANDEZA DE LAS PERSONAS NO SE ENCUENTRA EN SU POSICIÓN NI EN SUS POSESIONES, LA VERDADERA GRANDEZA RADICA EN LA MANERA EN QUE TRATA A LOS DEMAS.

Por Araceli Canaan. 
*Las ideas plasmadas en los artículos, son responsabilidad de quien las escribe*.

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