MUJER...


Ella estaba ahí en medio de todos y aun así se sentía sola. Siempre había tenido la triste impresión de que el peor enemigo de una mujer era otra mujer, sin embargo, entendía que el peor enemigo de una mujer es ella misma. 

Toda su vida la había pasado llena de estereotipos y dogmas sobre cómo debía comportarse, sobre cómo debía hablar, sobre lo que debía leer, sobre lo que debía escribir, sobre lo que debía estudiar.  

Ella era libre, al menos en la definición de libertad que da la sociedad, y esa es que si quieres encajar en la sociedad debes ser como ya está establecido, debes olvidarte de quién eres  mismo. No podía cambiar nada en las reglas sin el temor de ser llamada de forma denigrante, con insultos o con etiquetas que hacen realzar la pequeñez del ser humano.  

Ella pensaba que sería feliz si fuera ella misma. 

Pero la perseguían esos estereotipos formados por la sociedad desde hace cientos de años. En su cabeza retumbaban esas frases como: “pegas como niña”, “las mujeres solo saben llorar”, “si una mujer no cocina, no sirve”, etc. Y ella se veía así misma en el espejo como eso… un simple objeto que no tenía valor. ¿Qué sentido tenía entonces su vida?  
Su vida siempre era una rutina: levantarse, quejarse por el clima, quejarse por el mal servicio público, enojarse por los malos tratos en su trabajo, cumplir con sus ocho horas laborables, pelearse consigo misma porque cada día parecía engordar más, llegar a casa, bañarse y ver novelas. Cada día era lo mismo, excepto el domingo, que era para dormir casi todo el día. 

Un día pasó por un lugar donde se estaba dando una conferencia especialmente para la mujer. La persona que hablaba en el estrado decía que un hombre necesita herramientas para crear algo, la mujer puede llevar la vida misma dentro de sí. 

Ella escuchaba desde un rinconcito esas palabras que cada vez hacían un cambio en ella. 
La mujer es capaz de soportar en dolor más grandes durante el parto, es capaz de soportar cargas físicas y emocionales que el hombre quizá jamás podría. La mujer fue creada con un maravilloso propósito: ayudar a que este mundo sea mejor cada día… ¿Cómo lograrlo? Creyendo en  misma.  

Si te dicen que pegas como mujer recuerda qué hay mujeres boxeadoras o en la lucha libre… ¡golpea como ellas! Si te dicen que la mujer solo sabe llorar, responde con una lágrima que la mujer derrama las lágrimas que el hombre por miedo o pena no se atreve a derramar ¡Llora con ganas! Si no sabes cocinar… ¿Cuántos hombres síAdemás, pueden ayudar a la economía local comprando alimentos preparados. ¿Piénsalo?  

Recuerda que tú cómo mujer eres la única persona capaz de decidir por ti misma. Si quieres vestirte bien este día, hazlo por ti. Si quieres salir a correr este día, hazlo por ti. Cada cosa que hagas en esta vida debe ser por ti, porque tú así lo has decidido. No eres un objeto sobre el cual se actúa, eres un ser viviente maravilloso con la capacidad de elegir por ti misma lo que le pase a tu cuerpo y su vida. 

Cada decisión que tomes en esta vida tendrá una consecuencia. 

Y recuerda que ser mujer no es una vida de sufrimiento: es una vida de lucha, es de amor, es de libertad, de ser capaz de ver por ti misma y por los demás. 

 La mujer no vino a este mundo a juzgarlo, vino a cambiarlo con su perseverancia, paciencia y amor. 

Al día siguiente ella se miraba en el espejo, la mujer que se veía reflejada era hermosa, el clima le parecía perfecto, las horas laborales pasaban volando, las burlas ya no le lastimaban, lo que comía ya no le importaba… por fin era feliz, porque por fin se había dado cuenta que lo único que importaba era ella misma viéndose como mujer. 

Por Jomer Malaya.
*Las ideas plasmadas en los artículos, son responsabilidad de quien las escribe*. 

Unknown

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