En un rinconcito de mi
pueblo, camina solo un hombre viejo. Camina por las calles llenas, camina por
las calles vacías. Todos le llaman “el loco”, pues habla para sí mismo sus
fantasías. Se le ve pasear descalzo, a veces con zapatos viejos y desgastados,
su ropa sucia y mal oliente, su cabello tieso y desalineado. Todos ven pasar al
“loco”. Él habla sin ver a nadie, te saluda sin mirarte. No sabe si existes o
eres un producto de su imaginación. Duerme en las calles vacías, a veces acompañado
de un fiel perro, algunas veces duerme en los parques y el zócalo, su cobija
son periódicos y veces solo el cielo. Siempre lleva un morral en su mano, nadie
sabe lo que lleva ahí. Cuando duerme toma el morral y lo abraza como si alguien
querido estuviera ahí.
Camina “el Loco” por
todas partes. Hay gente buena por ahí que cuando ven pasar a ese hombre le
invitan un café con pan, un poco de su comida, un techo donde unos días pueda
el frio pasar. No habla con nadie “el Loco”, no sabe si existes o eres solo
obra de su imaginar. Por las noches cuenta las estrellas, o talvez en ellas a
alguien espera encontrar. Saluda a personas que solo él es capaz de observar. A
veces se le ve serio, a veces se le ve alegre, a veces se le ve llorar.
Un día, cuando “el Loco”
se preparaba para dormir bajo la noche veraniega, escucho a un hombre
lamentarse de su mala fortuna. “El Loco” se acercó a ese hombre para escuchar
su desventura. “El Loco” lo miraba, su ceño fruncía. Cuando aquel joven termino
de contar su tragedia, “el Loco” muy serio le veía. -A veces los hombres ocultamos con la locura nuestro dolor y desventura-
Dijo aquel “Loco” con mucha cordura. Se miraron un rato en silencio, en aquel
momento ese joven se dio cuenta que ese “Loco” no estaba loco. Solo trataba de
ocultar su dolor y desdicha. “El Loco” esa noche siguió su camino y jamás se le
volvió a ver por mi pueblo. Aún hay locos y no sabemos que es lo que tratan de
ocultar bajo esa mascara de locura.
Hay veces que sonreímos para ocultar la tristeza, a
veces fingimos locura para ocultar el dolor.
Para ese “loco” que un día me cambio la manera de ver
la vida.
Por Jomer Malaya.
*Las ideas plasmadas en los artículos, son responsabilidad de quien las escribe*.