Era una cálida mañana cuando subimos al auto, al principio todo era bonito, veníamos frescos, alimentados, y con muchos deseos de llegar a casa después de haber paseado un poco.
El cabello nos volaba por el aire, algunos conductores manejaban muy de prisa, rebasando a alta velocidad, las casetas de peaje empezaban a alentar el viaje, pero disfrutábamos venir viendo la naturaleza, algunos lugares muy poblados, de momento parajes solos, luego otra vez una ciudad, luego otra vez vegetación, y de momento nos quedamos atrapados, no podíamos avanzar y los carros que venían atrás no permitían que retrocediéramos, al principio nos distrajimos con el celular, pero después de un rato empezamos a inquietarnos, ¿qué era lo que no nos permitía continuar nuestro viaje?
Pasaron varios minutos que se convirtieron en horas, el calor se había vuelto insoportable, no podía ir para ningún lado, algunos conductores bajaban de sus vehículos tratando de ver en la distancia que pasaba, porqué razón estábamos varados, hasta que al cabo del tiempo lentamente los autos empezaron a avanzar a vuelta de rueda, y siempre con la inquietud de que había pasado, finalmente llegamos a una curva donde se apreciaban fierros retorcidos, dos vehículos fuera del camino nos daban la respuesta, había habido un accidente, se apreciaba ropa de niños regada en el piso. Elevamos una oración para pedir que los afectados estuvieran fuera de peligro y no hubiera habido víctimas fatales, pero ya el regreso no era tan ameno, veníamos en silencio, meditando en la familia que se había accidentado, pensando en que tal vez habían salido con mucha felicidad y ahora tendrían tristeza y congoja.
Al llegar a mi ciudad pasamos por un puente elevado, inaugurado no hace mucho tiempo, casualmente el puente atraviesa una avenida, pero al subirlo de un lado existen casas y del otro un camposanto, panteón o cementerio como lo conozcan y pues al voltear vemos unas tumbas muy grandes, unas muy cuidadas, otras pequeñas, en fin, el paso dura unos segundos y ya finalmente está uno en casa.
Como a su servidora le gusta mucho comparar las vivencias con situaciones de la vida me puse a pensar que cuando uno nace, llega a esta vida feliz, limpio, sin traumas, sin problemas, sin maldad, es el inicio del viaje; vamos creciendo y empezamos a disfrutar ciertas cosas, admiramos todo lo que vemos. Vamos pasando por la exuberante y bella naturaleza, empezamos a crecer y empezamos a ver algunas complicaciones, siendo jóvenes vemos que otros van por delante de nosotros, o tienen más posesiones que nosotros (los que viajan de prisa rebasándonos), después llega un momento en que pasamos una situación difícil y no sabemos cómo salir de ella (estamos varados), pero poco a poco empezamos a avanzar hasta encontrar la causa de nuestro retraso y desafortunadamente fue un accidente, valoramos la bendición de ser sólo espectadores de ese suceso y no protagonistas, y valoramos la vida, estar bien y ver a nuestra familia completa y fuera de peligro. Agradecemos por tener una familia y no haber sufrido accidente, pero nos volvemos más cautelosos, tratamos de viajar seguros y confiados, tomamos la vida con más calma y la apreciamos más.
El atravesar la Ciudad por un Cementerio nos hace pensar en cuántas historias se encuentran en ese lugar, cuántas vidas silenciadas en la primavera de la vida, cuántos padres habrán llevado a enterrar un hijo y sufrir un dolor que por su naturaleza no tiene ni nombre, la cantidad de jóvenes que no llegaron a obtener una carrera, a consumar un matrimonio y sus vidas terminaron en el Verano de la Vida, allí hay padres que se fueron sin ver realizarse a sus hijos, dejándolos en medio de la tristeza, la angustia y el dolor y sobre todo sin la protección que ellos proporcionan, estos mueren en el Otoño de la vida, y finalmente allí están los ancianos, los que vivieron de todo, los que experimentaron un sinfín de pruebas pero también de alegrías, que vieron pasar sus días tranquila y largamente, los que disfrutaron una familia, nietos y aún bisnietos, a ellos les tocó vivir todas las estaciones de la vida, y ver llegar el Invierno, pero vivieron recordando todas las primaveras, los Veranos, Otoños e Inviernos, ahora todos reposan allí en silencio.
Y parece que para que no los olvidemos se levantó ese puente para voltear y ver y recordarnos que viajeros somos en esta vida, nadie podrá evitar ese destino, todos hemos venido a esta tierra con un propósito, algunos solo viven unos instantes, otros algunos años, muchos escribirían libros y libros de todo lo que han realizado, pero finalmente todos tendremos ese mismo fin.
Así que piensa, nadie será eterno en esta vida ¿consideras que tu viaje es placentero? ¿Se lo haces placentero a alguien? ¿estás preparado para poder enfrentarte a tu destino? ¿Vives de tal manera que cada día haya valido la pena? Si no hazlo, porque este maravilloso viaje se empieza cada día al abrir los ojos pero puede terminar en el momento más inesperado.
TEN UN MARAVILLOSO VIAJE, REVISA EVENTUALMENTE TU EQUIPAJE Y ASEGÚRATE DE QUE LLEVE AMOR, OBRAS Y GRATITUD ENTRE TUS PERTENENCIAS.
Araceli Canaán de Guevara


