Crecí creyendo que los besos eran mágicos...el primero no lo fue... Aun así, comprendí que es el mejor acto que enlaza cualquier relación desde la felicidad hasta el enojo, decepción, enfermedad, etc. A lo largo de mis experiencias, un beso a dicho más que mil palabras o acciones; en la mejilla, en la boca, en los ojos o en la frente... me he sentido tan cobijada ante ellos, llena, dichosa y sonriente, que otra cosa podría ser al sentir tantas cosas hermosas mientras me mira, sonríe y me besa tan quedito que las nubes se ponen celosas de lo suave que es... magia, eso que convierte tus entrañas en mariposas y en tus mejillas coloradas. Tan poco que duran, tan largo que se convierte el tiempo mientras perdura... se va en ellos el corazón, el alma... cosas que tal vez jamás volverán a pertenecerte. Amor, placer, vacío, miedo, gozo... Infinidad de sensaciones en un revoltijo, no sabes si llorar o reír... no sabes si es real después de cerrar los ojos.
Tan gentiles pedazos de carne, con intenciones abrumadas y devociones húmedas. Echan raíz a todo lo que toca, con su porte tan indiferente a clases sociales, económicos o educativos, siempre rompiendo fronteras con todos sus anhelos. Muchos llegan solo a sonrojarse, otros a un abrazo y otros tantos más a un acecho de amor desnudos y errantes. Calcinan penas, hieren a terceros y derriban sueños; el mundo siempre es blanco y negro, no hay rosa ni azul... así se languidecen los deseos y aparecen los rencores, los besos equivocados destruyen más de lo que construyen y si no se detienen pierden más que el palpitar de las razones. Con pequeños movimientos puedes notar que tan ansioso, curioso o sarcástico puede ser la ironía de tu pareja, puede ser escasa, nula o abundante ante tantas irreverentes ideas carnales con toques de adrenalina. Arrancar la ropa entre faldas largas y corbatas en camisas blancas... entrecortados botones y alientos acelerados... un beso no frena corazones sin tener que pasar taquicardias primero.
