LA DECIMA ESTACION



Ella siempre seguía la misma rutina de lunes a viernes. A las 8:10 am tomaba el autobús. 

Cómo era la base de donde lo tomaba siempre iba vacío, así que podía elegir cualquier asiento, ella siempre escogía el del rinconcito. Los asientos del bus estaban de frente, entonces podías ver al que iba frente a ti. 

Ella conocía a todos, al menos a aquellos que formaban parte de su rutina. En la segunda estación subía una parejita de enamorados, de ahí que ella comenzó con sus hábitos de lectura, pues la parejita se sentaba frente a ella y eso la incomodaba. Siempre pensaba en que si algún día encontraría el amor. 

En la tercera estación subía don Antonio, era un señor de la tercera edad que cada día iba a vender sus dulces al centro de la ciudad. Cada día al verla a ella le regalaba un pequeño dulce. Don Antonio siempre decía que a quien obra bien le va bien. Así que su dosis de azúcar diaria ya estaba asegurada. 

En la quinta estación subía un grupo de cuatro chicas, al parecer estudiaban en alguna universidad del centro, iban siempre con libros y hablando de sus clases y sus retos.  


La sexta estación era la más complicada. Subían muchas personas, pero había un joven que siempre se esperaba hasta el final de todos y siempre se quedaba cerca de la puerta. 
Le llamaba la atención. Ella pensaba ¿cómo rayos no se caía con la forma en que manejaban en la ciudad? Ese joven se recargaba en la pared, se ponía sus audífonos y se ponía a leer. Eso la aliviaba, no era la única a la que le gustaba leer. Sentía que era bueno no ser la única rara del autobús. 

De esa estación hasta la décima todo era subir y bajar de pasajeros. La parejita, don Antonio y las jóvenes se bajaban en la octava estación. El otro joven la acompañaba hasta el final.  

Pero ese día algo afecto su monotonía, había alguien que nunca había visto, al principio no le hizo mucho caso, se sumergió en su lectura y en su mundo. Pero, al acercarse a la última estación ella levantó la vista, ¿Qué probabilidad podría existir? Al mirar frente a ella vio a otro joven leyendo el mismo libro que ella. Los ojos de él se clavaron en los de ella, fue como si algo los hubiera puesto en ese lugar, en ese instante, en ese momento por una razón desconocida al conocimiento humano. ¿Casualidad o destino? Bajaron juntos en la décima estación, él se acercó a ella y la saludó.  


Fue ahí en la décima estación que ella comenzó su historia, fue en la décima estación que ella por fin encontró al amor.  

A veces el amor llega en la estación menos pensada, a veces solo necesitamos levantar la vista y ahí estará. 

Por Jomer Malaya.
*Las ideas plasmadas en los artículos, son responsabilidad de quien las escribe*. 

Unknown

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