LA PERSONA INADECUADA


Al observar que ya se acerca la maravillosa fecha del día del amor y la amistad, creí que era una buena oportunidad para escribir acerca de uno de los temas que más me gustan y poder tocar algunas ideas que tenemos por ahí, vagando erróneamente en nuestra mente.  

Tal vez este año, usted que tiene 3, 5, 20 o 50 años de casado se está replanteando el hecho de que haberse casado no fue la mejor decisión que pudo haber tomado, porque sin duda alguna, las circunstancias le han demostrado que permanecer casado es uno de los malabares más difíciles de llevar a cabo, consideran que están lejos del sueño que un día se habían imaginado, en ocasiones el día del amor y la amistad nos hace replantearnos que la idea de estar en pareja no es tan bueno al fin de acabo, nos plantea la idea de que el amor que considerábamos tener no es el que ahora tenemos en realidad, permítanme compartirles que considero que el pensamiento que más trabajo nos cuesta entender es aquel que nos ofrece la idea previa sobre que un matrimonio es igual a una vida perfecta y estable, esta concepción nos genera sentimientos tóxicos, ya que empezamos a recordar lo que se supone que lograríamos ser, y el darnos cuenta que el camino nos hizo entender que esto es una notoria fantasía e ilusión, termina por desvincularnos con nuestra pareja, comenzamos a crear una conciencia que nos forja conflictos en el matrimonio.  


La mayoría de las parejas que enfrentan un problema, terminan concibiendo el pensamiento de que si estuvieran con otra pareja sería distinto, cuando en realidad lo único que cambian es el participante, porque sin importar cuantas parejas tengan los mismos problemas aparecerán una y otra vez, porque no estamos direccionando lo que en realidad estamos sintiendo, nos preocupamos mucho por no salir heridos, por tener una pareja buena, amigable, confiable… ya saben, todos esos atributos que deseamos en el otro. Y entonces nos olvidamos de que nosotros tenemos que convertirnos precisamente en eso que deseamos tener, lo voy a decir hasta el cansancio, la solución está en nosotros, no en el otro.  

Si recomenzáramos a pensar en nuestra pareja, si indagáramos sus necesidades y como nosotros ayudamos a que estás existan o no, si nosotros comenzamos a dar todo lo posible y dejáramos de lado en nuestra mente lo ideal, entonces estaríamos modificando un enfoque que desde muy pequeños introducimos como un chip que nos detiene a pensar en el otro, y solo nos aprueba cavilar lo que yo estoy experimentando.  


Las parejas más felices que he conocido están muy lejos de ser perfectas, difieren mucho de ser una pareja que nunca discute y tiene cuando menos más errores de los que podría contabilizar si los observara constantemente, pero esas parejas tienen algo en común, son personas que están convencidas que su matrimonio VALE LA PENA, y que su pareja no está consagrada a resolver sus angustias, ni a darle un verdadero sentido a su vida, ni está ahí para regenerar sus traumas, están convencidos de que su pareja no va a resolver sus inseguridades, no va a llenar sus huecos existenciales… esas parejas entienden que ahora que son adultos se han transformado en lo que varios autores definen como “nuestra propia madre y nuestro propio padre”, es decir, comprenden que cada uno es responsable de sí mismo y que cada uno debe aceptar que tiene que resolver sus propias fallas sin esperar que el otro lo haga todo, cuando una pareja comprende eso entonces ambos logran generar la misma oportunidad, aceptan que el no ser perfectos es lo normal y que tener problemas es natural, que es parte del crecimiento, entonces llegan por fin a comprender que ir por la vida intentando culpar a su pareja por su propia insatisfacción, no solo es absurdo sino que injusto.  

Cuando ustedes se casan no firman un contrato para ser el bote salvavidas de su pareja, firman un convenio de ser el compañero de remos de un mismo bote. Una verdad más profunda es que el volvernos más humanos con nuestra pareja nos funda un sentido más pleno de nuestra propia existencia. Tenemos tanto miedo dentro de nosotros que nos la vivimos encontrándole defectos a nuestra pareja en vez de trabajar en nuestros propios asuntos. Creemos erróneamente que si le demostramos permanentemente a nuestro compañero sus errores y si nos desvivimos por hacerle entender que actúa de una forma inadecuada y lo sumimos en un constante bache, si le hacemos entender que nosotros podemos enseñarle como debería de actuar; si nos ocupamos de señalarlo lo suficiente… únicamente  lograremos hacerlo sentir como un idiota, o peor aún que no quiera estar a nuestro lado, o lo que es aún más detestable, que se quede con nosotros pero para aborrecernos.  

La tristeza siempre viene disfrazada de furia, y la furia siempre viene acompañada con la proyección de nuestras propias sombras. El amor no los va a salvar, el amor es un acto, no una esperanza.  

Dejen a un lado la idea de que su pareja no puede ser su mejor amigo, y acepten que es de tontos pensar el hecho de que su pareja viene a rellenar sus desequilibrios emocionales, que tienen un origen muchísimo más recóndito del que imaginan.  

Continuamente escucho: “si tan solo la vida me diera una solución a este problema”; bueno, lamento decepcionarlos, pero las respuestas y soluciones no llegan sino en el momento en el que estamos preparados para actuar, su trabajo es comenzar a ampliar sus propios dones, talentos y afinaciones para lograr recibir un mensaje, asimilarlo, transmitirlo y completarlo. Abran las posibilidades de dialogar con su pareja, replanteen todo lo hecho y todo lo dicho, permitan que todo lo expuesto se pueda volver a pensar y cuestionar.  


El más exacto y brutal de los espejos de nuestra personalidad, se encuentra en nuestra relación de pareja… aprendan a pactar, establecer y dirigirse hacia una meta en común; así que este 14 de febrero ¿Qué desean… El final o el comienzo de algo menos intenso pero más profundo?  

Con cariño Gaby
  

Unknown

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