Cuando somos invitados a una fiesta, en primer agradecemos que los organizadores se hayan tomado la molestia de considerarnos las personas adecuadas para asistir, el hecho de que nos tengan en su lista de invitados habla de que nos consideran algo importante, somos sus amigos, o somos del agrado del festejado o somos su familia.
Depende de la fiesta de que se trate, si es boda, compartir la edad de las ilusiones con una quinceañera, celebrar a una persona adulta o un cumpleaños infantil, nos empezamos a preocupar por la ropa que nos pondremos para asistir a la misma, si hará calor y podremos vestir algo vaporoso, o si el frío nos impondrá ir bien cubiertos, pensar en el obsequio que daremos, algunos buscamos sin fijarnos en el precio, solo pensando que a los agasajados del festejo sea agradable nuestra selección. Algunos otros buscamos en las ofertas algo bueno, bonito y barato, pues aunque quisiéramos dar mucho, al no estar contemplado dentro de nuestro presupuesto ese gasto, pues damos algo que sea útil aunque de bajo costo, (Aunque algunos contamos con tarjetas departamentales y podemos acceder al compre hoy y pague después), muchos entendiendo lo que conlleva organizar una celebración de la índole que sea, salimos agradecidos de poder haber estado reunidos disfrutando un momento importante en la vida de cierta persona.
Otros salimos hablando de la mala organización y de lo mal que estuvieron los alimentos compartidos, otros vamos alegres de haber hecho un alto en el camino y disfrutar de un momento distinto, alejarnos de las ocupaciones y distraernos sanamente, pero hoy quiero hablar de una fiesta infantil y hacer una comparación con nuestra vida.
Por muy organizada, aburrida, hermosa que esté una fiesta infantil, no está completa sin una piñata, que hace la alegría de chicos y grandes, tirar golpes al aire o al objetivo causan la risa de los participantes, y gritamos donde se ubica la misma y vemos fácil romperla hasta que nos toca a nosotros y nos damos cuenta que nos desubicamos por completo y tratamos de golpear a donde nuestro instinto nos indica.
Una vez logrado el objetivo, todos se lanzan sobre el contenido, muchos terminamos con las manos vacías, los más experimentados acaparan casi por completo y algunos se abalanzan sobre el único dulce que quedó atrás, pero alguien llega antes que él. Después de una selección de lo obtenido, muchas cosas regresan al piso ya sea porque se rompieron o no fueron de nuestro agrado, en una fiesta infantil normalmente vemos caras alegres, padres disfrutando al ver a sus niños disfrutar, y podríamos decir que en ese lugar se encuentra lo más hermoso de la vida, o sea niños con ilusiones, niños con esperanza, niños felices, niños confiados que a diferencia de los adultos no están pensando en la política, en la economía, en las deudas, en las enfermedades, sólo son niños saltando, sonriendo, siendo felices.
Nosotros somos así muchas veces, tenemos una meta que se asemejaría a romper la piñata, pero debido a que nuestra vista se nubla dejamos de ver el objetivo y damos palos por aquí y por allá, muchas veces vemos que son otros los que ya con el camino avanzado triunfan en su afán, algunos obtienen mucho de la vida y se dan el lujo de despreciar algunas cosas que consideran no son lo suficientemente agradables y las desechan, algunos recogemos lo que para otros son sobras, muchos al tener un poco de dulces nos sentimos satisfechos y los comemos y disfrutamos plenamente.
La vida es una fiesta, a veces tú serás el protagonista de la celebración, a veces serás el invitado, algunas veces los golpes que le des a la piñata (tu fe, tu dedicación y constancia), harán que logres alcanzar tu objetivo, otras te tocará acaparar la mayoría de los dulces (alcanzarás más de lo que necesitas) otras ocasiones tendrás que conformarte con lo que pudiste tener, pero te prepararás para la próxima ocasión estar más pendiente y seguir la trayectoria de los dulces (oportunidades) y aventarte hacia ellas.
Por favor pon una cara agradable ningún invitado con cara de amargado disfruta todo lo que se preparó para agasajarle, sonríe un poco porque en las fotos que te tomen puedes mostrar que no lo disfrutaste.
Recuerda lo que se escucha muy seguido:
“LA VIDA ES UNA FIESTA Y TU ERES SU INVITADO ESPECIAL”
EL HECHO DE DESPERTAR CADA DÍA Y PODER SONREÍR ESPERANZADO ES EN SÍ MOTIVO DE CELEBRACIÓN.
Con Cariño ARACELI CANAÁN DE GUEVARA


