En el rinconcito de un lejano lugar, vivía un hombre. Ese hombre una noche tuvo un sueño muy revelador. Soñó que en una parte específica de su jardín estaba enterrado un gran tesoro. A la mañana siguiente, haciendo caso al sueño, encontró el lugar donde se suponía iba a estar enterrado ese gran tesoro. Sin tardar demasiado comenzó a cavar. Era verano, en esa parte del jardín no había árboles que pudieran ofrecerle alguna sombra. Además en esa parte del terreno había muchas rocas y raíces muy gruesas y profundas. Cuando se desanimaba, recordaba ese sueño y la gran fortuna que le esperaba.
Pero pasaron los días,
cinco días para ser exactos. El tesoro no aparecía. Cada vez había más rocas,
cada vez había más raíces, cada vez hacia más calor. Además sus amigos y
vecinos se acercaban a él para decirle que estaba loco, que no había ningún
tesoro escondido. Se burlaban y le señalaban con el dedo, le decían que muchos
hoyos se habían hecho en la ciudad y en ninguno se había encontrado tesoro
alguno, le decían que en su hoyo solo encontraría piedras sin valor.
Cavó diecinueve metros
y medio. Levanto la vista al cielo, sintió los penetrantes rayos del sol,
escucho las incansables burlas. Y dejo de cavar, se cansó de cavar, se dejó
llevar por lo que los demás decían. Abandono sus herramientas y dejó que el
transcurso del tiempo se encargara de tapar el agujero que había hecho. Y ese
hombre murió pobre y amargado, solitario y triste, pensando en lo que pudo ser
y ya no será. Siguió teniendo el sueño del tesoro, pero jamás volvió a cavar.
Lo que nunca supo este hombre es que si hubiera cavado treinta centímetros más
hubiera encontrado ese gran y maravilloso tesoro, pero se cansó de luchar.
Cuantos hombres y
mujeres hay como este hombre, que tienen sueños y esperanzas. Que cavan su
propio hoyo en busca de un gran tesoro, que podríamos llamarlo como carrera,
talento, viaje, habilidad, esperanzas o sueños. Pero notan que no es fácil,
lograr conseguir ese tesoro o meta significa hacer lo que nadie ha hecho,
significa aguantar las burlas, significa soportar los problemas y dificultados
que encontraremos en la vida. Y simplemente se conforman con ser como los demás
y dejan de luchar, dejan de soñar, dejan de creer en ellos mismos, dejan de
vivir, dejan de ser ellos mismos para convertirse en lo que los demás quieren
que sean.
Pero hay un pequeño
porcentaje que sigue cavando los treinta centímetros que faltan y encuentran el
mayor tesoro: La felicidad, la libertad, el verdadero amor, el éxito, e incluso
llegar a conocer a Dios.
Por Jomer Malaya.
*Las ideas plasmadas en los artículos, son responsabilidad de quien las escribe*.
