En un rinconcito de la
vieja Grecia, un anciano enseñaba a los nuevos jóvenes de la cuidad:
-Se cuenta la historia
de un hombre llamado Ícaro.- Le contaba dirigiendo la mirada a un joven sentado
en una piedra. -Este hombre tenía el deseo de volar, y para lograr eso se construyó
unas alas pegadas con cera. Logro volar, y una de las cosas que quiso hacer fue
llegar al sol, pero el calor fue demasiado y derritió la cera, lo cual hizo que
Ícaro cayera y muriera.
Pero la cuestión es:
¿Cuál es el dilema de Ícaro? Muchos dicen que peco al desear volar y por eso
fue castigado con la muerte. Pero algo interesante es que Ícaro logro volar,
¿El problema es quizá que deseo llegar más allá de sus posibilidades?
Realmente, el dilema de
Ícaro son dos:
Primer dilema: No definir nuestros objetivos o metas.
Esto lo vemos en el
momento en que Ícaro logro volar. Esa era la meta principal: Volar. Y lo logro.
Pero el problema es cuando queremos plantear una meta en el camino, es cuando
todo sale mal. Eso nos lleva al segundo dilema.
Segundo dilema: La falta preparación.
Ícaro logro volar, pero
quiso llegar a un lugar al cual no estaba preparado. Si se hubiera enfocado en
mejorar sus herramientas de vuelo, hubiera llegado aún más allá de las nubes
sin nada que le detuviera. Querer llegar a un objetivo sin preparación es como desear
ganar un maratón sin entrenamiento. Todo saldrá mal.
El error de Ícaro no
fue el desear volar. El error de Ícaro fue no estar bien preparado para llegar
cerca del Sol.
Podemos aprender del
dilema de Ícaro. Debemos definir nuestras metas, enfocarnos en nuestras metas,
prepararnos para ir más allá de nuestros sueños y por último definir nuestros
límites, es decir, definir el alcance de nuestros sueños. Y comenzar este ciclo
nuevamente.
Preparación,
preparación, preparación, la clave de cualquier tipo de éxito.-
La tarde caía en el
horizonte, cada uno de los jóvenes cretenses volvieron a casa caminando,
excepto uno que tomando sus alas voló por el firmamento.
Por Jomer Malaya
*Las ideas plasmadas en los artículos, son responsabilidad de quien las escribe*.