En el rinconcito de
un viejo pueblo, el perro ladra allá a lo lejos; su ladrido es de dolor y
soledad. Un dolor acude a su pecho, un dolor que no desaparecerá. La brisa
silba en las alturas, para muchos es un augurio de mal, para otros es la
llegada del invierno y la muerte de la época otoñal.
El perro ladra, la
brisa silba; en mi corazón una canción comienza a sonar. Es una canción
desconocida, no sé la letra pero comienzo a cantar. Los árboles crujen por el
pasar de los años; los árboles bailan al vaivén de los vientos un vals
acompasado sin final.
El Perro ladra, la
brisa silba, mi corazón canta, los árboles crujen y bailan un vals, mientras mi
corazón deja de cantar. El cielo está despejado, tiritan las estrellas y astros
a lo lejos. Parecen tener frío, parecen temblar, cambian de color y el firmamento
es cruzado por una estrella fugaz. Pido un deseo… me dejo llevar, mi deseo es
un secreto que nunca nadie jamás descubrirá. Muere el otoño, el frío del
invierno comienza a llegar. La brisa es fría, el tiempo es frío, de seguro
pronto comenzará a nevar.
El perro calla su
ladrido, el viento detiene su andar, los árboles no crujen por unos segundos,
los árboles no bailan ya su vals. Las estrellas tiritan en el cielo, cierro los
ojos y el arroyo comienzo a escuchar. La corriente apresurada parece huir del
frio, escucho como en las rocas se llega a estrellar, los peces salpican el
agua entonando una canción sin final. Mientras los peces cantan, mi corazón
comienza a llorar. El Perro ladra nuevamente, el viento comienza nuevamente a
silbar, los árboles bailan; mientras me retiro a mi hogar. Mi corazón llora una
tristeza, una alegría, un final. Hoy será la noche en que la muerte visitará mi
hogar. ¿Quién será a quien se ha de llevar? Se ha llevado ya a un hijo, a mi
madre, un sobrino y más. ¿Quién será a quien se lleve hoy? Espero ser yo. Entro
a la casa, llego hasta mi cama. Mi esposa me abraza y nos ponemos a llorar.
El perro ladra, la
brisa silba, los árboles crujen y bailan un vals, las estrellas tiritan en el
cielo… pero mi hija pequeña entre nosotros ya no está.
Por Jomer Malaya
*Las ideas plasmadas en los artículos, son responsabilidad de quien las escribe*.
