En un rinconcito del
mundo el cielo esta nublado, amenazando con llover. Una joven toma la mano de
su padre, con voz entrecortada le pregunta:
-¿Por qué las personas mueren?- Y le observa
fijamente a los ojos.
-Algún dÃa lo comprenderás-
Contesta su padre mirando al horizonte, sus ojos reflejaban tristeza, dolor y
soledad.
-¡Duele! ¡Quiero
comprenderlo ahora!- decÃa amenazante la joven mujer mientras las primeras
gotas de lluvia comenzaban a caer. Su padre la observaba con ojos de ternura,
ella era su única hija, era su tesoro, era su gran amor. Le sonrió, y volvió a
mirar al horizonte.
-Hay dos verdades
absolutas en la vida, hay dos cosas seguras que sucederán. La primera verdad,
es que todos debemos nacer. Todos debemos venir a esta tierra, para progresar,
es decir, para aprender, para amar, para sufrir, para disfrutar, para tener
hijos, para verlos crecer y partir cuando forman un nuevo hogar. Estamos aquÃ
para ver los milagros de la vida, para aprender de las atrocidades de la
humanidad. Nacemos para descubrir lo que nos rodea, para descubrir quiénes
somos y reconocer cual es nuestro potencial.
-¿Cuál es la segunda
verdad?
-Que nadie nos dijo,
que nadie nos prometió que seriamos eternos. La muerte es algo que debe ocurrir,
es algo por la que todos pasaremos. Pero, normalmente negamos esa verdad,
vivimos la vida de tal forma que creemos que eso jamás ocurrirá, negamos que
exista ese punto en el ciclo. Negamos los finales y nos aferramos a la vida,
nos aferramos a la tristeza, a los recuerdos, a los quizás, a los hubiera, a
los lamentos. Y negamos tanto la verdad de la muerte, que nos olvidamos de
vivir realmente. Debemos morir, debemos abandonar este mundo, a nuestros seres
queridos. Pero recuerda que no será para siempre, hay algo más después de esa
puerta, la muerte no es el final. No es el fin ni del que muere, ni del que
queda vivo. Sonará duro, frio e insensible. Pero cuando aceptamos esa realidad,
ese hecho, esa verdad, nos preocupamos menos por la muerte y nos ocupamos más
en vivir plenamente, en disfrutar cada dÃa, en disfrutar los momentos buenos y
malos. Nos enfocamos en ser felices.
-¿Si lo comprendo ahora
ya no dolerá esto en mi pecho?
-El dolor y la tristeza
seguirán ahÃ, pero te prometo que serás más fuerte. Ahora pasaras por etapas
que causaran dolor, pero cuando aprendas a aceptar las cosas que deben suceder,
cuando comprendas las verdades de la vida, será cuando los verás partir, pero
miraras al horizonte confiando en que algo mejor vendrá más allá. Y Caminaras por
la vida como realmente deberÃas hacerlo: ¡Viviendo!
Los dos, padre e hija,
caminan tomados de la mano hacia el horizonte, con lágrimas pero con la
esperanza de un mejor mañana, con la esperanza de algún dÃa ver de nuevo a
quienes ya partieron y entonces ser felices, ser eternamente felices.
Por Jomer Malaya
*Las ideas plasmadas en los artÃculos, son responsabilidad de quien las escribe*.

