LA MELODÍA


Él caminaba por la calle de un rinconcito de su pueblo y comenzó a escuchar. Era una melodía que no había escuchado antes, provenía de un instrumento que no había conocido antes. Era una melodía que hacía sentir una gran variedad de emociones, desde el amor hasta la melancolía. Desde la tristeza hasta la alegría.

Cada día a la misma hora se paraba frente a esa casa y escuchaba esa hermosa melodía. -¿Quién tocara esa melodía?- Pensaba Él. Y comenzaba a imaginarse las manos de su intérprete imaginario, él estaba seguro que era una mujer, pues la forma en que tocaba era tan suave y sutil. -¿Quién será ella?- se preguntaba mientras llegaba el final de la melodía.

Ella cada día a la misma hora tocaba una melodía en su violín, era de su inspiración. Era una melodía que describía su búsqueda de cada día: el amor. Siente la brisa de la mañana acariciar su rostro, el Señor Sol le da los buenos días. Ella y su violín se unen para dar vida a esa melodía, a esa genialidad, a esa obra maestra. -¿Acaso alguien me escuchara?- Se preguntaba ella. Sus dedos parecen acariciar cada cuerda del instrumento, cierra sus ojos para trasmitir sus sentimientos en cada nota, en cada sostenido, en cada bemol. –Vuela dulce melodía, sea tu destino los oídos de alguien a quien podamos alegrar, de alguien a quien podamos inspirar- Decía mientras la última nota de la melodía escapaba por su ventana hacia un mundo incierto y enorme.

Él un día salió a comprar al mercado de la ciudad, sin darse cuenta comenzó a tararear la melodía, luego comenzó a silbar y así poco a poco le fue inventado una letra desconocida, pero bien cantada. Él hacia esto mientras una joven le observa asombrada.- ¿Será posible?- Se decía a sus adentros. Ella se acercó a él, y se dio cuenta de que lo que buscaba lo había tenido siempre ahí, tan cerca de ella. Saco el instrumento de su estuche, y comenzó a tocar en medio del mercado. Él sonreía al verla tocar, era para él un espectáculo maravilloso. Ella no cerraba los ojos, le miraba fijamente a él. Era una nueva melodía, llena de asombro y de amor. Era una declaración.

La música une, no necesita palabras. La música transmite, expresa con notas y ritmos lo que no podemos expresar con palabras. A Él y Ella los unió los hilos invisibles de la música por medio de esa dulce melodía. De esa melodía de amor.

Somos notas en una eterna canción llamada vida, somos notas en un pentagrama unidos a otras notas por medio del amor.

Por Jomer Malaya.
*Las ideas plasmadas en los artículos, son responsabilidad de quien las escribe*.

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