En el rinconcito de un
viejo lugar un hombre anciano conversaba con un hombre mucho más joven que él.
El más joven parecía agobiado, triste, preocupado y estresado. El anciano ya
había caminado los caminos que el joven algún día caminará. Se encontraban en
ese lugar, sentados viendo pasar la inmortalidad. El Joven le preguntaba al
anciano sobre los secretos de la vida, sobre el tiempo, sobre la felicidad.
El anciano le mostro un
rompecabezas y el joven lo comenzó a formar. Después del primero comenzaron a formar
otro rompecabezas con una mayor dificultad. Así cada día se reunían el anciano
con el joven a la misma hora en el mismo lugar. El joven tenía las mismas
preguntas de siempre, el anciano no las quería responder, aún. Cuando el joven
se impacientaba por no tener respuestas a sus interrogantes, el anciano sacaba
otro rompecabezas con mucha mayor dificultad.
Así pasaba el tiempo,
joven y anciano en el mismo lugar. Cada día formaban un rompecabezas, hasta que
un día el anciano le mostro un rompecabezas que aún no podía formar. Eran de
cientos de piezas ese rompecabezas, tardaron muchos días para poderlo formar. Y
cuando por fin lo terminaron, el anciano se quedó mirando al joven. En ese
momento le mostro un secreto que nunca en la vida podría olvidar.
La vida es como un
rompecabezas. Hay problemas, dificultades, situaciones, instantes. Unos más
fáciles, otros más difíciles.
Y he ahí uno de los
secretos de la vida: No debemos preocuparnos por todos los
problemas de la vida, por más difíciles que parezcan las dificultades, cuando
sientas que todo está perdido. Recuerda
que Todo tiene una solución, solamente se necesita paciencia y reflexión.
Por Jomer Malaya.
*Las ideas plasmadas en los artículos, son responsabilidad de quien las escribe*.
