Ohana: significa familia y la familia nunca te
abandona ni te olvida.
Hace un par de días los
principales miembros de mi familia paterna nos reunimos en la mesa para
comer/contar chismes para platicarnos sobre un problema en el que mi no tan
pequeño primo se vio involucrado.
Todos alzaron la voz, sin
enojarse porque mi familia es pacífica, y razonaron lógicamente la situación
presentando sus opiniones y puntos de vista preguntándole con delicadeza a la
víctima cómo estuvieron realmente los hechos. Los regaños y los gritos no son
la manera para hablar con un menor de edad, no estoy en contra pues soy la
persona que soy porque me disciplinaron, pero opino que los padres exageran
algunas situaciones considerando que, en mi caso, es un niño pasando por la
etapa de la pubertad y preocupándose por los granos que le van a salir en la cara.
Aunque no lo parezca, a nosotros los niños, y me incluyo porque incluso yo sé
que salí afectada, nos influye en nuestro crecimiento ya sea para bien o para
mal. Hay que resaltar que no todos los niños son iguales y cada uno lidia con
sus problemas como puede.
En conclusión: mi familia
necesita terapia.
Por Julia Ramírez.
*Las ideas plasmadas en los artículos, son responsabilidad de quien las escribe*.
