Cuando
Joseph y Marian se casaron fueron los seres más dichosos de la tierra. Él era un inmigrante inglés, había tenido que
sortear un sinfín de obstáculos en su niñez para superar la muerte de su padre
y adaptarse a una nueva vida. Su madre, una firme mujer, había sembrado en su
corazón la semilla de la fe, le había enseñado que ésta tenía que crecer en el
jardín de la esperanza y ser regada con paciencia y optimismo.
Marian era
americana, su mirada era tan transparente como su alma, ambos estaban llenos de
ilusiones, construyeron una cabaña a la orilla de un lago y sembraron jardines
alrededor de ella. Este lago era
alimentado por un río de corrientes sinuosas.
Para hacer más completa su felicidad el milagro de la vida se hizo
presente en un pequeño de cabello rojizo y ojos cafés, le llamaron George, como
el abuelo paterno.
Un día,
cuando Joseph regresó de la ciudad, se extrañó al darse cuenta que nadie salía
a recibirlo como era costumbre. Tuvo una
sensación rara, entró gritando a la cabaña y nada, buscó en los alrededores y
tuvo al silencio por respuesta, caminó y caminó, buscó en el bosque, bordeó el
lago, caminó hasta llegar al río y en un recodo del mismo vio un pedazo de tela
del vestido de su adorada Marian. Recorrió desesperado el río gritando sus
nombres, hasta que anocheció. Todos los días buscaba desesperadamente, les
llamaba sin obtener respuesta, ignoraba cuánto tiempo había pasado desde la
desaparición de sus amores. Los vecinos
organizaron búsquedas y le ayudaban hasta que se convencieron que era inútil,
Marian había sido tragada por el río, no había duda. Pasaron meses y años y nadie podía
convencerlo de abandonar la cabaña y rehacer su vida. Todos los días iba a caminar al río y
platicaba con su soledad. Una noche
hermosa, cuando la luna se reflejaba en el lago, sintió la presencia de su
padre y recordó las palabras de su madre: “Tu padre no está en esta tierra,
pero su mundo no está lejos de nosotros. Él está pendiente de ti y algún día lo
volveremos a ver”, Joseph dijo: “Padre, si Marian y George están contigo, diles
que les amo y que tengo la seguridad de que pronto estaré con ellos”. Ese día
durmió allí.
Muy temprano
en la mañana, alistó su caballo y sus rifles y partió bordeando el lago, luego
el río y cabalgó sin rumbo fijo. Sin darse cuenta, se adentró en territorio
prohibido de una reserva india a cientos de millas de su hogar, reaccionó
cuando una veintena de indios lo rodeaban. Fue llevado ante el jefe de la tribu,
éste, a su vez, en un perfecto inglés le preguntó qué estaba haciendo en su
territorio y agregó: “Los caras pálidas ya han acabado con nuestros búfalos,
con nuestros alces, y no conforme con ello nos matan donde nos encuentran,
¿eres tú espía del ejército?”, Joseph no respondía, estaba desconcertado, el
jefe le dijo: “Hoy es un día de fiesta, mi hija Paloma Blanca se casará con
Siervo Espantado. Hoy no decidiremos qué hacer contigo, mañana te juzgaremos”. Lo llevaron a un Tepee, empezó a escucharse
mucha música y algarabía y pensó: “Van a matarme, será el medio por el cual
pueda reunirme con mis seres amados” se inclinó y oró a Dios.
Halcón Veloz
llamó a su yerno Siervo Espantado y le preguntó: “¿Qué deseas de regalo de
bodas?”, Siervo Espantado respondió: “Hoy me siento generoso y quiero que perdones
al Cara pálida y que sea testigo de mi felicidad”.
Joseph fue
sacado de donde estaba y fue sentado cerca de Halcón Veloz. Llegó el novio, un
joven de aproximadamente 23 años, George lo miró y pensó: “Si George viviera
sería como este muchacho” quien vestía elegantemente y portaba un hermoso y
llamativo penacho. Todos callaron al ver
venir a Paloma Blanca, y lo parecía pues el aire agitaba unos largos y blancos
velos, tras ella caminaba una mujer cuya belleza los años no habían ocultado,
el corazón de Joseph se aceleró. “No puede ser es Marian. Mi Marian”. Saltó de
su lugar y corrió hacia ella gritándole: “Marian, amor de mi vida”, ella volteó
y, al verle, cayó como fulminada golpeándose la cabeza. Las mujeres corrieron a
atenderla, a Joseph lo sujetaron pensando que le había hecho daño, cuando
Marian reaccionó su pasado llegó de golpe y le dijo: “Joseph, eres Joseph pero
tu pelo es gris y tu piel ya no es de durazno.”
La ceremonia
tuvo que detenerse hasta que se aclararon las cosas: George había caído al lago,
ella corrió a sacarlo, un tronco la golpeó, pero milagrosamente éste les había
servido de bote, fueron a dar a una distancia muy lejana, cerca de la reserva india,
y por la actitud que tomaron los habían bautizado como Siervo Espantado y
Gacela Caída. No sabían quiénes eran, él era muy pequeño y ella había perdido
la memoria, ella les enseñó a hablar inglés, sirvió de enfermera, había sido una
bendición para la reserva.
Su amor
brotaba en su corazón tan fresco como antes, pero Halcón Veloz les dijo: “Ella
ha permanecido tanto tiempo con nosotros que para poder llevártela te tendrás
que casar con ella en una ceremonia india, ¿aceptas?”, Joseph respondió: “¡Por
supuesto!”. “Pero ¿cómo te llamaremos?”, a lo que Gacela Caída respondió: “Se
llamará: Venado Protector”. Y esa noche en la reserva no hubo una boda sino
dos.
Al otro día
Marian estaba nuevamente en su cabaña sentada a la orilla del lago diciendo a
Joseph: “¿Por qué nos esperaste siempre?”, él dijo: “Mi fe, mi amor y mi
esperanza en un milagro me mantuvieron vivo. Pues ese será el legado que
dejaremos a los hijos de George o, más bien dicho, de Siervo Espantado”. Ambos
rieron y permanecieron abrazados contemplando la luna y las estrellas que se
reflejaban en el lago.
FELIZ MES
DEL AMOR Y LA AMISTAD. SIEMPRE HAY MOTIVOS PARA AMAR TODO AQUELLO QUE SE PUEDA
AMAR, PORQUE EL AMOR ECHA FUERA EL ODIO Y EL TEMOR.
El 17 de
mayo de 1996 en Vernal, Utah, después de haber ido a un lago a pasear,
estábamos fuera de la casa en una noche estrellada y mis 3 hijas y yo empezamos
a inventar cuentos y yo les conté “Milagro de Amor”. Y después de casi 20 años,
sigo pensando que existen los milagros de amor.
Por Araceli Canaan.
*Las ideas plasmadas en los artículos, son responsabilidad de quien las escribe*.