En Italia hay un amuleto de la buena suerte que se llama
“cornicello”, este ayuda a atraer la buena suerte y a alejar las malas vibras,
espero que también ayude con la buena cocina, porque esta semana, la buena
racha de cocina ha terminado.
Esta semana me aventuré a preparar el platillo más representativo
de la cocina italiana (después de la pizza) el spaghetti a la boloñesa.
Ese día desperté emocionada porque según yo, nada podía
salir mal, tenía todos los ingredientes y mi mamá estaba cerca por si entraba
en pánico o la cocina se incendiaba, esta vez todos comeríamos el spaghetti, así
que sentía un poco de presión ya que no era solo el aprender una nueva receta,
era cocinar para toda mi familia.
Vi un montón de recetas y tutoriales, pregunté y hasta vi
el canal de cocina que tenemos en la tv, acomodé todo y yo quería iniciar cociendo
el spaghetti en la salsa de tomate (recuerden es Prego tradicional, no
quise experimentar con la salsa esta
vez, mi familia necesitaba comer y no intoxicarse en el proceso) pero mi mamá
me bajó de mi nube de chef profesional (porque en mi mente soy todo una chef
egresada de la academia de Remy el ratoncito de Ratatouille, aunque siendo
realistas hago unos desastres que se parecen más a los de Lingüini) me dijo que la pasta se
debe cocer antes en agua, para que este cocida y suavecita. También me
comentó que muchas personas dicen que a la pasta se le debe poner sal, cebolla,
ajo o alguna otra especie, pero que en realidad la pasta ya no adquiere ningún
sabor, así que solo hay que agregarle un chorrito de aceite al agua para que no
se pegue en el fondo de la olla.
Puse
la pasta como mi madre me dijo, si algo he aprendido a lo largo de mi vida es
que mi mamá siempre o casi siempre tiene la razón, solo no se lo digan porque
se la va a creer y no tendré derecho a equivocarme en toda mi vida.
Mientras
preparaba la pasta, comencé a preparar las albóndigas porque un spaghetti a la
boloñesa no es italiano sin sus albóndigas en la parte superior y dos perros
comiendo en un callejón, con música romántica de fondo y un beso al final de la
tira de spaghetti, haha bueno sería lindo ¿no? Pero en fin hice las bolitas con
la carne, pero digamos que exagere un poco en el tamaño, las hice más grande de
lo debido y cocerlas no fue cosa fácil, pero en fin también tenía que sofreír un poco de ajo y cebolla en el cual prepararía la carne molida, otra cosa que deben saber es
que le tengo un poco o en realidad mucho asco a probar la carne un poco cruda o el huevo y una de las lecciones
más importantes que aprendí de un reality de cocina es que siempre tienes que
probar la comida, en contra de todo instinto la probé y aun le faltaba un poco
para que estuviera en su punto. Así que busque en internet y una de las recetas
decía que la carne debía de terminarse en el puré de tomate.
Por
fin, agregue el ingrediente estrella a la carne y le puse un poquito más de
agua, albaca, dos pizcas de sal y un poco después el spaghetti para que este
hirviera junto con la carne y las albóndigas que había preparado.
Como
era la primera vez que preparaba pasta pues me emocione y le moví demasiado,
haciendo que la pasta se trozara y quedara rara como si fueran fideos haha, la
verdad estaba rica y me encantó, pero visualmente les aseguro que hay muchas
que se ven mejor.
Sin
duda alguna creo que la suerte italiana me abandonó un poco esta vez, pero
seguiré intentando.
El
próximo lunes les contare como me fue con la gelatina de jugo
natural de mandarina. Deséenme suerte…
Au revoir
Por Ilse Barco.
*Las ideas plasmadas en los artículos, son responsabilidad de quien las escribe*
