El Regalo...


Yared era una reconocido médico, su esposa Malka una dedicada maestra de escuela, juntos habían criado una hermosa familia compuesta por Batya la hija mayor de 16 años, Eben Ezer de 13, Hiram de 10, Hannah de 8 y la tierna Adina de 6 años, reunirse por las noches era una verdadera fiesta, después de terminar con las tareas todos corrían al piano para entonar las viejas canciones que la Abuela Esther les había enseñado, algo había pasado porque ella desapareció de momento de la vida de la familia y no volvieron a saber nada de ella, cuando los niños preguntaban a mamá por ella simplemente decía, ella está bien y les ama.

Un día papá llegó apresuradamente a casa, tenía que regresar con Batya de la escuela pero venía solo, tomó a mamá del brazo y se encerraron en una habitación, mamá lloraba muy fuerte, pensé que papá la golpeaba cosa que nunca hubiera hecho, abrí rápido y vi que ellos se estaban abrazando, papá le entregaba unos papeles y le decía que teníamos que dejar nuestra amada Varsovia, que eso era un salvo conducto, nos abrazó a todos nos besó y nos recordó que nos amaría eternamente, todos estábamos confundidos, mamá empezó a empacar algunas maletas, nos dio a cada uno la que podíamos cargar y nos hizo salir apresuradamente de casa, nosotros llorábamos porque queríamos recoger nuestros juguetes y solo nos dejó llevar uno pequeño, mamá envolvió unos papeles en una pañoleta de la abuela Esther, y dejamos nuestra bella casa atrás.

Mamá nos llevó a Polonia, mis hermanos Eben Ezer, Hiram y Hannah llegaron muy enfermos, la nieve había provocado una infección en sus vías respiratorias, casi no dormían. La tos y la falta de comida hacía que se decayeran cada día más, yo le insistía a mamá que llamara a papá para que los curara, mamá vendió el pasador de piedras de la abuela y compró una vieja máquina, empezó a trabajar para un hombre cociendo uniformes militares, casi no dormía atendiendo a mis hermanos enfermos, amanecía cociendo, con su salario hizo venir a un médico, pero él mencionó que no tenían remedio, y a la semana siguiente morían los 3, Malka lloró y lloró parecía muerta en vida. Yo trataba de animarla, cantaba la canción de la abuela pero más triste se ponía, yo no iba a la escuela, ella como maestra se encargaba de enseñarme todo lo que sabía.

Crecí en ese barrio paupérrimo, conseguí un trabajo de camarera, hablaba 3 idiomas y se sorprendían de que no iba a la escuela y tuviera tan buena escritura, un día al volver del trabajo, unos mozalbetes intentaron propasarse conmigo. Abraham, un vecino, los puso en su lugar y se volvió mi guardaespaldas, era un joven maravilloso, estudiaba administración por las noches y durante el día daba clases de música.

Esa hermosa amistad se convirtió en amor, nos casamos, mamá estaba feliz, esperaba con ansias que le diéramos un nieto, cosa que no pudo alcanzar a ver porque debido a tanto trabajo enfermó de los pulmones, antes de morir me entregó unos papeles, iban envueltos en la bella pañoleta de la abuela Esther y me dijo: Adina conserva esto, algún día te servirán, yo sé que Dios te conservó la vida por algo, yo me voy tranquila, Yared y tus hermanos me esperan, tú estás en buenas manos, Abraham es un buen hombre.

Seguí trabajando, Abraham todas las noches me recogía y de regreso a casa pasábamos por los escaparates del Pueblo, yo hacía una parada contemplando ese broche del cabello y él unas tiendas adelante se paraba a contemplar el estuche de cuero con unas letras grabadas, Abraham me contó un día que su padre había sido dueño de ese estuche, y que en un momento de necesidad lo había vendido, pero que no perdía las esperanzas de volverlo a adquirir un día.  Y así pasaron los meses, Adina peinaba su larga y hermosa cabellera imaginando el broche en su cabello. Abraham deleitaba a Adina tocando su violín straduvarius, se acercaba Navidad y ambos pensaban que podían regalarse, dos días antes de la Navidad llegó Abraham con un envoltorio que escondía bajo el abrigo, se sorprendió ver a Adina con un turbante en la cabeza, se sentó a cenar pero notaba algo raro en ella, Adina evitaba entrar en la cama, esperó que él se durmiera, apagó la lámpara y entró a dormir.

Por la mañana Abraham se levantó antes y se dio cuenta que Adina no tenía su exuberante cabellera y sorprendido preguntó “Adina ¿qué hiciste?” Ella sollozando corrió al ropero y sacó un gran paquete, y se lo entregó, era el estuche del violín, Abraham empezó a llorar y a reír como loco, Adina preguntó ¿qué sucedió? y él corre por el envoltorio y se lo entrega y era el broche del cabello, se abrazan y ambos ríen y lloran, le explica que había vendido el violín para comprar el broche, el dueño de la tienda le dijo que no estaba en venta pero debido a la insistencia accedió reconociendo que jamás encontraría a un familiar a quien legítimamente le correspondiera ese broche, la mujer que se lo vendió prometió que regresaría por él pues era un recuerdo de su madre, pero necesitaba venderlo para comprar una máquina para cocer, y Adina explicó que a ella no querían venderle el estuche pero al escuchar que había vendido su cabellera para regalarlo a su esposo, la dependienta convenció al dueño y fue así como lo adquirió,  Abraham no tenía violín para guardar y ella no tenía cabello para lucirlo.

Abrazados llorando y riendo estaban, cuando llegó un caballero a su puerta, era un dependiente del dueño de la tienda que había comprado el violín trayendo una invitación para la cena de Navidad, y un pago para Abraham si aceptaba tocar en ella el violín que había vendido.

Adina arregló su corto cabello y decidió cubrirlo con la pañoleta de la abuela, y partieron a la fiesta, Adina se sentó en una mesa alejada, cuando Abraham empezó a ejecutar una pieza, violín e interprete parecieron fundirse en uno mismo, el tocaba y lloraba al volver a tener en sus manos a tan preciado tesoro, Levi el dueño de la tienda al ver con que amor y maestría ejecutaba Abraham pensó en regresarle el violín como un regalo de Navidad,  mandó a traer a Adina a su mesa, cuando la vio se descompuso su rostro, Adina se apenó e intentaba retirarse cuando la detuvo por el brazo y le dijo “¿quién te dio esa pañoleta? ¿por qué la tienes?” ella explicó que era de su abuela Esther, que eso y unos papeles que le entregó su madre era lo único que conservaba de su familia, Él le dijo “¿Recuerdas el nombre de tu abuela?” “Claro era Esther Abdalah ¿la conoció?” Leví empezó a llorar, abrazando a Adina, Abraham se turbó, pero siguió tocando, Abraham pidió hablar con Adina en privado, ella le narró todo lo que habían pasado, como era que su papá se había quedado en Varsovia y ellos huyeron a Polonia, la muerte de sus hermanos y de su propia madre, que trabajaba cociendo uniformes militares.

“¿Ella ponía en el forro las iniciales EA las mismas que traes en la pañoleta?” Adina asintió, Leví la abrazo con más fuerza y dijo “ella era mi hermana mayor, yo soy el más chico de la familia me llamo Hiram Zucker Abdalah, tu papá logró un salvo conducto, pero fuimos traicionados y algunos escapamos, tu papá se quedó porque quería saber si acaso lograba saber que había pasado con Batya que había sido sacada por la fuerza de la Escuela y de allí ya no supimos más de ustedes.  Cuando el broche apareció en la tienda de mi amigo Aarón le dije que si alguien regresaba a comprarlo lo detuviera hasta que yo llegara, que por ningún motivo lo dejara ir.  Y ayer me dijo que había sido comprado por el joven músico de los suburbios.  Y lo que son las cosas, yo tenía el estuche que perteneció a su abuelo en mi tienda y una linda joven lo fue a comprar ayer.  Siento que alguien allá arriba movió los hilos para que nuestras existencias se cruzaran”.  Para ese momento Abraham ya estaba escuchando en la puerta, y dijo “Dios es bueno y nos ama, a veces parece que tarda en escuchar nuestras plegarias, pero siempre lo hace cada día, desde que te conocí le pedía que te ayudara a encontrar a alguien de tu familia y mira pensé que el broche sería tu mejor regalo”. Ella corre y abraza a Abraham y le dice “tú fuiste mi mejor regalo”. Leví  les pide irse a vivir con él, y así lo hicieron, terminó la escuela Abraham y empezó a administrar los negocios de Leví, Adina tuvo un parto gemelar un niño y una niña por supuesto que les puso los nombres de sus amados padres, Yared y Malka, el tío vio nacer otro niño Abraham Leví y terminó feliz sus días al lado de parte de sus seres amados, cuando sintió que estaba por morir, llamó a Adina y le pidió que en su nombre beneficiara cada Navidad a los desterrados y desprotegidos, así ha sido cada Navidad.

La casa de los Hazan se viste de luces multicolores y se llena de invitados de todo tipo, al terminar la celebración Abraham y Adina elevan sus ojos al cielo agradecidos esperando que en aquel lugar sus seres amados se encuentren felices de estar reunidos alejados de la maldad y la crueldad de algunos seres humanos.  La nobleza de su corazón al desprenderse de lo que más amaban para darse un regalo, los llevó a encontrar el verdadero regalo, LA FAMILIA.

Que esta Navidad y siempre agradezcas el regalo de la Vida que Dios te permite tener, disfruta a tu familia porque no hay mejor regalo que ella.

LA VIDA ME HA ENSEÑADO QUE LAS RIQUEZAS MATERIALES NO DAN FELICIDAD, LOS ACTOS BONDADOSOS LLENAN EL ALMA Y ALIMENTAN EL ESPÍRITU. 

Por Araceli Canaan.
*Las ideas plasmadas en los artículos, son responsabilidad de quien las escribe*.

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