La joven de la silla.

Ella estaba en un rinconcito del baile, no esperaba nada. Sólo se dedicaba a observar como todos los demás bailaban con sus parejas. Escuchaba la música, con sus manos seguía el ritmo de la canción. Miraba a todos sin mirar a nadie. Nadie la veía, solo era la jovencita del rincón, a quien nadie jamás le haría caso.
Él cruzo la pista de baile. Se fue acercando poco a poco hacia ella, esquivaba de vez en cuando a las parejas de la pista. Se llevaba uno que otro empujón. Llegó hasta ella, le extendió la mano para invitarla a salir. Ella con voz incrédula le preguntaba que si era en serio, él la tomo de la mano y comenzó a bailar con ella. Todo era lindo para ella, todo era perfecto, todo iba bien hasta que las dudas aparecieron. Puso freno a su silla, se quedó mirando fijamente a su pareja de baile y le pregunto: - ¿Te das cuenta de lo que soy? ¿Es una broma que alguien planeo para hacerme sentir mal? ¿Eres acaso ciego que no te das cuenta de mi condición?-

-Solo veo a una joven hermosa- Contesto él sin dudar- El que no puedas caminar no significa que debas cerrarte a lo que sí puedes hacer. No funcionan tus pies, pero tus manos son fuertes, tu sonrisa encantadora, tus sueños grandes. No dejes que tu condición te separe de la felicidad. Además, alguien dijo que algún día todos volveríamos a ser perfectos, algún día ya no existirá enfermedad ni tormento.- Ella le observaba, él añadió- ¿No crees que es mejor vivir con una pequeña esperanza a vivir sin nada y triste?- Ella lloraba, le miro a los ojos. Seco sus lágrimas y siguió bailando como si nada ni nadie existiera a su alrededor. La esperanza mueve montañas. Y también la esperanza mueve el corazón de las personas llevándolas a dar un gran paso en su vida: Tomar la decisión de ser feliz.

Por Jomer Malaya.
*Las ideas plasmadas en los artículos, son responsabilidad de quien las escribe*.

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