En un
rinconcito de un viejo hogar, una madre aconsejaba a su hijo que estaba a punto
de emprender el viaje más importante de su vida:
Nunca
te dejes vencer por la tristeza, ni te dejes dominar por el enojo. Vence cada
obstáculo con valentía, no vivas con temor ni con complejos personales. Dios no
nos ha dado espíritus cobardes, sino valientes y nobles. Haz las cosas que
tal vez jamás harías, atrévete a hacer cosas que necesiten de valentía, atrévete
a decir cosas que talvez jamás dirías por temor al que dirán y a las burlas.
Vive cada día tan intensamente que al momento de llegar a la vejez no te la
vivas lamentándote por lo que pudiste hacer y ya no puedes lograr.
Sal a
que el sol te dé en la cara, deja que la lluvia empape tu cuerpo e inunde tus
pies, deja que tus pies creen caminos, deja que la brisa acaricie tu rostro,
deja que el sonido del silencio inunde tu ser. Canta con el alma sin importar si
no tienes una voz privilegiada, sonríe siempre al conocido y al desconocido; da
siempre los buenos días a todo aquel que te encuentres en el camino; llora
cuando sea necesario, y si te sientes desfallecer no temas en pedir ayuda…
recuerda que nunca estarás solo, recuerda que nunca has estado solo, y aunque
te sientas sol, levanta la vista y verás que siempre habrá alguien que te
sostendrá en las buenas y en las malas. No dejes que el llanto nuble tu vista,
no dejes que el egoísmo nuble tu ser. Ama sin medida, entrégate sin miedo, da
todo de ti, vive amando y serás amado.
Haz de
la educación un mandamiento y no solo una elección, haz de la virtud tu
estandarte y no solo una decisión. Visita al enfermo, consuela al afligido,
acompaña a quien se sienta solo en su camino, da de comer al hambriento, da
vestido al desnudo no solo física sino también sentimentalmente, nunca sabes
cuándo necesitaras de lo mismo. Pero sobre todo, no olvides quien eres, no
olvides tu origen ni tu destino. Y si haces estas cosas podrás ser feliz,
porque recuerda que la felicidad no es una meta sino que es el camino.
Por Jomer Malaya.
*Las ideas plasmadas en los artículos son responsabilidad de quien las escribe*.
