En el
rinconcito, un hombre hablaba de dos hermanos que cada día caminaban por las
mismas veredas, una paralela a la otra, uno al lado de otro. Los dos hermanos
eran hijos de un padre y madre humildes, se ganaban lo que querían con el sudor
de su frente. Pero el hermano mayor siempre deseaba más, envidiaba lo que su
hermano menor lograba. Aunque decía amar a su hermano, sus pensamientos eran
malos respecto a él.
Un día
mientras caminaban por las veredas el hermano menor se encontró un zafiro
hermoso, se lo mostró a su hermano, que a su vez se llenó de más envidia. Al día
siguiente, el hermano menor se encontró un diamante, y lleno de emoción fue
corriendo a su hermano mayor y se lo mostró. La envidia crecía más y más en el
alma del hermano mayor. Al tercer día, el hermano mayor, cambió las veredas por
las cuales usualmente andaban. Mientras caminaban, el hermano mayor se encontró
una roca grande de oro, la tomó entre sus brazos y caminó mientras veía a su
hermano adelantarse en el camino.
De
repente, el hermano menor cayó a tierra, había sido mordido por una serpiente.
¿Qué debería hacer el hermano mayor? Por
fin había encontrado lo que deseaba, pero dejó caer el oro y corrió hacia su
hermano. Fue mientras que cargaba a su hermano menor que se dio cuenta que la
manera de vencer la envidia era olvidando sus propios deseos y buscar ayudar a
los demás, era amar a su hermano más que sus deseos. El hombre del rincón
guardó silencio, antes de salir dijo: La envidia es querer tener más de los que
otros tienen, pero lo realmente importante es reconocer que la felicidad se
logra al ser feliz con lo que se tiene.
Por Jomer Malaya
*Las ideas plasmadas en los artículos son responsabilidad de quien las escribe*