En un rinconcito, un
hombre enseñaba a unos jóvenes la importancia de la educación. Les enseñaba que
tener una educación no solo abarcaba el tener un título universitario. Debemos
tener una educación integral, es decir que no solo se nos eduque a hacer
dinero. La educación debe enseñarnos a aprender a ser buenos ciudadanos, a
respetar las leyes locales y las leyes del país. Una verdadera educación debe
enseñarnos a aplicar los valores a nuestra vida propia. A vivir como buenos
vecinos, como buenos amigos, como buenas parejas.
La verdadera educación
debe enseñarnos a vivir de una manera virtuosa. Debe mostrarnos la humildad que
debemos tener. Parece ser que en estos tiempos, mientras más educado somos,
menos humildad parecemos tener. Pareciera como si la educación estuviera
peleada con los buenos principios, con los modales, con la humildad. Una
verdadera educación debe hacernos recordar de donde somos, recordar nuestro
origen. Una educación integral debe prepararnos para ayudar a otros a tener
mejores oportunidades.
Una verdadera educación
no debería ser excluyente. Debemos ayudar a todo aquel que necesite ayuda. Si
no tenemos la opción de estudiar una carrera universitaria, podemos leer los
mejores libros, podemos educar nuestras manos con un oficio. Podemos educar
nuestra vida con un pequeño negocio. Podemos educar nuestro hogar con valores y
principios que nos hagan un ejemplo para los que nos rodean. Eduquémonos
mentalmente, escolarmente. Eduquémonos espiritualmente, dejemos que las
enseñanzas de Dios nos muestren una mejor vida. Eduquemos nuestra alma a
siempre buscar lo mejor cada día. La educación es la herencia más grande que
podrán dejar.
Por Jomer Malaya.
*Las ideas plasmadas en los artículos, son responsabilidad de quien las escribe*.