
“¡Por
favor, ya no me hagan daño, yo no tengo nada!” desesperada se agita. Hace que
la silla donde está sentada se afloje. Aruñada en sus piernas, con cortadas en
sus rodillas. Una blusa a medio caer en su hombro. Un olor de orines de hace 4
días. Sangre en sus manos, y la soledad que la absorbía cada vez más, estando
encerrada.
Martes.
Despierta agitada, ve hacia el reloj, se tranquiliza. Se levanta de la cama,
pierde el equilibrio por un momento y cae de nuevo. Entra su mamá.
-Hija,
levántate tienes que ir a la escuela.
-Voy-
Contesta Ayli con voz gruñona.
- ¿Qué
tienes niña? - se pregunta su mamá preocupada.
-Mamá,
has sentido como si te fuera a ocurrirte algo, pero no sabes si es bueno o
malo. – Se levanta y mira a su mamá con cara de preocupación.
-Si
hija, muchas veces. –Toma su mano – Pero eso no me impide hacer mis
actividades.
La
joven se levanta, toma unos pantalones blancos con una blusa holgada color gris
que le destapa un hombro. Peina su cabello con caireles dorados. Se pone un
poco de brillo en los labios. Sale de su recamara y se dirige al comedor para
tomar su desayuno. “Recuerdo que olía a huevo con longaniza.” Toma asiento en
la mesa, su plato está en su lugar. Desayuna. Mira el reloj.
-Me
llevas a la escuela o ¿qué? –Grita a su mamá.
-Ya
voy hija. –Contesta su mamá con un tono dulce.
“Mi
mamá no se apuraba, tenía que llegar temprano a la escuela. Tenía un proyecto
sin terminar y otras tareas. No podía darme el lujo de llegar tarde. Estaba
estresada.”
Ayli,
desesperada, toma las llaves de su casa y las del carro, agarra su mochila y
sale disparada hacia su garaje. Abre la puerta con fuerza y desesperación.
La
camioneta a fuera de su casa, se encontraba adentro de su garaje sin puerta,
ella abre. Se queda parada y decide decirle a su mamá que ya se va. Se detiene.
Oye unos ruidos fuera. No quiere acercarse. “Sentí un escalofrío. Pensé que era
un tlacuache, me dan mucho miedo y asco. Son animales sucios y feos.”
Toma
valor y se acerca a la salida de su garaje con su mochila color beige donde
lleva una laptop. No ve nada. De un momento a otro, aparece un hombre alto de
1.90, moreno con bigote. Intenta gritar, pero le tapa la boca.
El
tipo, la mueve de lugar cargándola. Ella patalea. Mete a la chica en un carro
azul. “Acelera.” Ordena el tipo. “Sentí su saliva en mi cara cuando empezó a
gritar que acelerara.” Quita su mano de mi boca, olía a alcohol con vinagre.
Ayli, grita y llora con gran angustia. “¡Por favor, ayuda!” El tipo, le da una
cachetada.
Abre
los ojos. Tiene unas cuerdas alrededor de sus muñecas, atadas con fuerza. Está
en un cuarto gris, no hay más que dos mesas y una silla. Un foco en el techo.
Percibe un olor a plástico quemado. Nota al tipo en frente de ella. Llora.
-No me
hagan nada. -Solloza.
-Tranquila
nenita, no te vamos hacer nada si cooperas. –Levanta su barbilla con su mano.
Entra
un señor de pantalón de mezclilla. La mira y por puro gusto le tira una
cachetada.
-Esto
es lo que el jefe nos mandó a traer, pos no está nada mal.
-No le
vayas hacer nada. – Le dice el tipo de 1.90.
-A ver,
tú no me dices que hacer. –Contesta el señor. - ¡Lárgate! – Grita.
El
tipo se retira. “Ahora si chiquita, te voy hacer mujer hoy, o ya eres. ¡Eh!”.
Le da una cachetada. Ella no contesta, solo llora. “Ven para acá.” La toma del
cabello. La besa por el cuello. Ella siente asco.
Le arranca
los pantalones blancos y su blusa gris, quedando completamente en sostén. El
señor, baja sus pantaletas rápidamente y la comienza a violar. La toma por la
parte de atrás y le jala el cabello. Sus caireles se desvanecen poco a poco. Su
cabello parece estropajo. La tira. Ayli, llora de nuevo. “Cállate.” Exige el
señor mientras se sube el pantalón.
Su
estadía en ese lugar la siente eterna. Constantemente cortan sus rodillas con
una navaja. Las violaciones son constantes. No tiene donde ir al baño. Se
siente destruida, infeliz. “Mis lágrimas acabaron desde el momento en el que ya
no sentía mis brazos, mis rodillas.”
Suena
un teléfono. “Bueno.” Contesta el tipo. “¿Nos equivocamos?” Dice con tono de
sorpresa. Ayli, levanta la cabeza rápidamente. “Me van a matar.” Piensa. “Estoy
seguro que es la correcta.” Dice el tipo. Cuelga.
Mira a
la chica, “estoy seguro que eres tú.” La mira a los ojos. Él, no ha ultrajado a
Ayli. No planea hacerlo.
Después
de 4 días en ese lugar, mira hacia la nada, se oye que se tocan la puerta.
“¡Abran en este preciso instante!” Tiran la puerta. Son policías. Detienen a
los señores. Uno de los oficiales se acerca a la joven. “Tranquila señorita
todo estará bien.”
Hoy,
Ayli, es una persona diferente. Su sonrisa solo aparece forzadamente de vez en
cuando. Su cabello dorado con caireles ha cambiado a un color oscuro sin vida.
Evita salir. No convive con nadie. En las noches sus pesadillas son constantes.
4 días viviendo en el infierno. 4 días sin tener una esperanza. 4 días de
angustia.
Es duro. No volvió a ser la misma. Tengan cuidado.
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Por Caro Pavón
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